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Lucas 7:24 - La Palabra (versión española)

24 Cuando se fueron los enviados de Juan, Jesús se puso a hablar de él a la gente. Decía: —Cuando salisteis al desierto, ¿qué esperabais encontrar? ¿Una caña agitada por el viento?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Después de que los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar acerca de él a las multitudes. «¿A qué clase de hombre fueron a ver al desierto? ¿Acaso era una caña débil sacudida por la más leve brisa?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Los mensajeros se fueron, y Jesús empezó a hablar de Juan a la gente: 'Cuando ustedes salieron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Cuando los mensajeros de Juan se marcharon, comenzó a decir a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Cuando los enviados de Juan se fueron, comenzó él a hablar de Juan a la gente: '¿Qué salisteis a ver al desierto: una caña agitada por el viento?

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Lucas 7:24
14 Referans Kwoze  

Impetuoso como un torrente, ya no tendrás la primacía, porque deshonraste el lecho de tu padre, profanando mi cama con tu acción.


El niño creció y su espíritu se fortaleció. Y estuvo viviendo en lugares desiertos hasta el día en que se presentó ante el pueblo de Israel.


Y Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Fue entonces cuando Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías.


¡Y felices aquellos para quienes yo no soy causa de tropiezo!


¿O esperabais encontrar un hombre espléndidamente vestido? Los que visten con lujo y se dan la buena vida viven en los palacios reales.


Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó: —Yo soy la voz del que proclama en el desierto: «¡Allanad el camino del Señor!».


Dejemos, pues, de ser niños zarandeados por las olas y arrastrados a la deriva por cualquier doctrina seductora, a merced de esa gente maestra en las artimañas del error.


Esos individuos son manantiales sin agua, nubes arrastradas por el huracán. Densas tinieblas los aguardan,


Estáis, pues, advertidos, mis queridos. Montad guardia, para que no os seduzca el error de los libertinos ni se desmorone vuestra firmeza.


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