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Lucas 7:12 - La Palabra (versión española)

12 Cerca ya de la entrada del pueblo, una nutrida comitiva fúnebre del mismo pueblo llevaba a enterrar al hijo único de una madre que era viuda.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Cuando Jesús llegó a la entrada de la aldea, salía una procesión fúnebre. El joven que había muerto era el único hijo de una viuda, y una gran multitud de la aldea la acompañaba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y cuando se acercó a la puerta de la ciudad, he aquí estaban sacando a enterrar a un difunto, hijo único de su madre,° siendo ella misma viuda; y una gran multitud de la ciudad estaba con ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, se encontró con que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba un grupo numeroso de gente de la ciudad.

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Lucas 7:12
20 Referans Kwoze  

El mensajero le dijo: —No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que obedeces a Dios y ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.


Y Dios le dijo: —Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, a Isaac, dirígete a la región de Moriá y, una vez allí, ofrécemelo en holocausto, en un monte que yo te indicaré.


Y ahora toda la familia se me ha enfrentado, exigiendo que les entregue al fratricida, para darle muerte, vengar a su hermano asesinado y acabar también con el único heredero. Así apagarán el rescoldo que me queda y dejarán a mi marido sin apellido ni descendencia sobre la tierra.


Pero ella le respondió: —Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda pan. Apenas me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la alcuza. Precisamente estaba recogiendo algo de leña, para ir a cocerlo para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos.


Entonces la mujer dijo a Elías: —¿Qué tienes contra mí, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para recordarme mis culpas y hacer morir a mi hijo?


Entonces Elías tomó al niño, lo bajó de su habitación y se lo entregó a su madre, diciéndole: —Mira, tu hijo está vivo.


—Dirígete a Sarepta, en Sidón, y quédate a vivir allí, que yo le he ordenado a una viuda que te proporcione comida.


Eliseo le dijo: —El año que viene por estas fechas estarás abrazando a un hijo. Ella respondió: —¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu servidora!


El criado lo llevó a su madre y ella lo tuvo sentado en su regazo hasta el mediodía. Pero el niño murió.


recibía la gratitud del moribundo, devolvía la alegría a las viudas.


derramaré, en cambio, sobre la dinastía de David y los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Dirigirán sus miradas hacia mí, a quien traspasaron, harán duelo como se hace por un hijo único y llorarán amargamente como se llora a un primogénito.


Algún tiempo después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de otra mucha gente, se dirigió a un pueblo llamado Naín.


El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido y le dijo: —No llores.


porque su única hija, de unos doce años de edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía allá, la gente se apiñaba a su alrededor.


Todos estaban llorando y haciendo duelo por la muerte de la niña. Jesús les dijo: —No lloréis, pues no está muerta; está dormida.


muchos judíos habían ido a visitar a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano.


Pedro partió con ellos enseguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas.


Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida.


Esta es la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre: asistir a los débiles y desvalidos en sus dificultades y mantenerse incontaminado del mundo.


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