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Lucas 18:22 - La Palabra (versión española)

22 Al escuchar estas palabras, Jesús le dijo: —Aún te falta algo: vende todo lo que posees y reparte el producto entre los pobres. Así te harás un tesoro en el cielo. Luego, vuelve aquí y sígueme.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Cuando Jesús oyó su respuesta, le dijo: —Hay una cosa que todavía no has hecho. Vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Al oír esto, Jesús le dijo: 'Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes, reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Pero Jesús, luego de oírlo, le dijo: Aún te falta una: Vende cuanto tienes y repártelo a los pobres, y tendrás un tesoro en los° cielos; y ven, sígueme.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Cuando Jesús lo oyó, le dijo: 'Todavía te queda una cosa: vende todo cuanto tienes y distribúyelo entre los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo; ven luego y sígueme'.

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Lucas 18:22
16 Referans Kwoze  

Una sola cosa pido al Señor, solo esto quiero: sentarme en la casa del Señor todos los días de mi vida, contemplar la gracia del Señor y frecuentar su Templo.


Jesús le dijo: —Si quieres ser perfecto, vete a vender lo que posees y reparte el producto entre los pobres. Así te harás un tesoro en el cielo. Luego vuelve y sígueme.


Sin embargo, una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte y nadie se la arrebatará.


Vended vuestros bienes y repartid el producto entre los necesitados. Haceos así un capital que no se deteriora, riquezas inagotables en los cielos, donde no hay ladrones que entren a robar ni polilla que destruya.


Por eso, os aconsejo que os ganéis amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien os reciba en la mansión eterna.


El dignatario respondió: —Todo eso lo he guardado desde mi adolescencia.


Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, porque era muy rico.


Y añadió, dirigiéndose a todos: —Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz cada día y seguirme.


Y no me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya conseguido; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia delante


De cualquier modo, queridos, no debéis olvidar que, para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día.


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