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Lucas 12:17 - La Palabra (versión española)

17 Así que pensó: «¿Qué haré ahora? ¡No tengo un lugar bastante grande donde guardar la cosecha!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Pensaba: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mis cosechas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 y él razonaba dentro de sí,° diciendo: ¿Qué haré?° Porque no tengo donde más guardar° mis frutos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Y discurría para sí de esta forma: '¿Qué voy a hacer, si ya no tengo dónde almacenar mis cosechas?'.

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Lucas 12:17
23 Referans Kwoze  

Reparte entre siete o entre ocho, porque no sabes qué desgracia vendrá sobre la tierra.


compartir tu alimento con el hambriento, acoger en tu casa a los vagabundos, vestir al que veas desnudo, y no cerrarte a tus semejantes.


Los discípulos comentaban entre ellos: «Esto lo dice porque no hemos traído pan».


A quien te pida algo, dáselo; y a quien te ruegue que le hagas un préstamo, no le vuelvas la espalda.


Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: —Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?


Dad limosna de lo que tenéis dentro, y de ese modo todo quedará limpio en vosotros.


Y les contó esta parábola: —Una vez, un hombre rico obtuvo una gran cosecha de sus campos.


¡Ya sé qué haré! Derribaré los graneros y haré otros más grandes donde pueda meter todo el trigo junto con todos mis bienes.


Después dijo Jesús a sus discípulos: —Por lo tanto os digo: No andéis preocupados pensando qué vais a comer para poder vivir o con qué ropa vais a cubrir vuestro cuerpo.


Vosotros no os atormentéis buscando qué comer o qué beber.


Vended vuestros bienes y repartid el producto entre los necesitados. Haceos así un capital que no se deteriora, riquezas inagotables en los cielos, donde no hay ladrones que entren a robar ni polilla que destruya.


El administrador se puso a pensar: «¿Qué voy a hacer ahora? Mi amo me quita la administración, y yo para cavar no tengo fuerzas, y pedir limosna me da vergüenza.


Por eso, os aconsejo que os ganéis amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien os reciba en la mansión eterna.


Al escuchar estas palabras, Jesús le dijo: —Aún te falta algo: vende todo lo que posees y reparte el producto entre los pobres. Así te harás un tesoro en el cielo. Luego, vuelve aquí y sígueme.


El rey le contestó: «Está muy bien. Has sido un buen administrador. Y porque has sido fiel en lo poco, yo te encomiendo el gobierno de diez ciudades».


Y él les contestaba: —El que tenga dos túnicas ceda una al que no tiene ninguna; el que tenga comida compártala con el que no tiene.


Los llevó luego al exterior y les preguntó: —Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?


Estas palabras les llegaron hasta el fondo del corazón; así que dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: —¿Qué debemos hacer, hermanos?


Solidarizaos con las necesidades de los creyentes; practicad la hospitalidad;


Inculca a los ricos de este mundo que no sean arrogantes y que no pongan su esperanza en algo tan inseguro como el dinero, sino que la pongan en Dios, que nos concede disfrutar de todo en abundancia.


Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nosotros la vida por los hermanos.


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