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Lucas 1:68 - La Palabra (versión española)

68 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha venido a auxiliar y a dar la libertad a su pueblo!

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Biblia Reina Valera 1960

68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

68 «Alaben al Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

68 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

68 Bendito el Señor Dios de Israel, Porque visitó e hizo redención a su pueblo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

68 ' Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha venido a ver a su pueblo y a traerle el rescate,

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Lucas 1:68
24 Referans Kwoze  

¡Bendito sea el Dios Altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos! Entonces Abrán dio a Melquisedec el diezmo de todo.


diciendo: —¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no ha dejado de manifestar con mi amo su amor y su fidelidad guiando mis pasos hasta la casa de sus parientes!


Y agregó: ¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo!


y ha dicho: «¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha permitido hoy que alguien se siente en mi trono y que yo lo pueda ver!».


diciendo: —Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló a mi padre David, y con su poder ha realizado lo que prometió:


y bendijo al Señor ante toda la asamblea diciendo: —¡Bendito seas Señor, Dios de nuestro padre Israel, por siempre y para siempre!


Luego David dijo a toda la asamblea: —Bendecid al Señor Dios vuestro. Y toda la asamblea bendijo al Señor Dios de sus antepasados y se inclinó con reverencia ante el Señor y ante el rey.


¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! Y que todo el pueblo diga: ¡Amén! ¡Aleluya!


Dio la libertad a su pueblo, estableció para siempre su alianza, santo y venerable es su nombre.


Él liberará a Israel de todos sus pecados.


¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Amén, amén!


El pueblo creyó, y al saber que el Señor había visitado a los israelitas y se preocupaba por su opresión, se postraron y lo adoraron.


que nos salvaría de nuestros enemigos y del poder de los que nos odian,


y te destruirán junto con todos tus habitantes. No dejarán de ti piedra sobre piedra, porque no supiste reconocer el momento en que Dios quiso salvarte.


Se presentó, pues, Ana en aquel mismo momento alabando a Dios y hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.


Nosotros teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya han pasado tres días desde que sucedió todo esto.


Todos los presentes se llenaron de temor y daban gloria a Dios diciendo: —Un gran profeta ha salido de entre nosotros. Dios ha venido a salvar a su pueblo.


Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio de Cristo nos ha bendecido con toda suerte de bienes espirituales y celestiales.


Con la muerte de su Hijo, y en virtud de la riqueza de su bondad, Dios nos libera y nos perdona los pecados.


entró una vez por todas en «el lugar santísimo», no con sangre de machos cabríos o de toros, sino con la suya propia, rescatándonos así para siempre.


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente,


David le contestó: —¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro!


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