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Levítico 8:23 - La Palabra (versión española)

23 Moisés lo degolló y con su sangre untó el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y los pulgares de su mano y pie derechos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 y Moisés lo mató. Después tomó un poco de la sangre y se la untó a Aarón en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo de su pie derecho.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Moisés lo sacrificó y, tomando su sangre, mojó el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, el pulgar de su mano derecha y el pie derecho.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 y uno lo degolló; luego Moisés° tomó la sangre y la puso en el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, en el dedo pulgar de su mano derecha y en el dedo pulgar de su pie derecho.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Moisés lo degolló, tomó un poco de sangre y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha y sobre el dedo gordo de su pie derecho.

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Levítico 8:23
18 Referans Kwoze  

Tú lo degollarás y, tomando un poco de la sangre, untarás el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de sus hijos y los pulgares de sus manos y pies derechos; el resto de la sangre lo derramarás alrededor del altar.


Tomarás un poco de la sangre que está sobre el altar y del aceite de la unción, y con ellos rociarás a Aarón y sus vestiduras, y a sus hijos y sus vestiduras. De este modo quedarán consagrados Aarón, sus hijos y las vestiduras de todos ellos.


El sacerdote tomará parte de la sangre del sacrificio de reparación y untará con ella el lóbulo de la oreja derecha de la persona que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie derecho.


Con el aceite restante que hay en su mano, el sacerdote untará el lóbulo de la oreja derecha de quien se purifica, el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie derecho, encima de donde había untado con la sangre de la ofrenda de reparación.


inmolará el cordero del sacrificio de reparación, tomará un poco de la sangre de la víctima inmolada y untará con ella el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el pulgar del pie derecho de la persona que se purifica.


A continuación, con el aceite que tiene en su mano, el sacerdote untará el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el pulgar del pie derecho de quien se purifica, por encima del lugar untado con la sangre de la ofrenda de reparación.


Este es el ritual en relación con el holocausto, la ofrenda de cereal, la ofrenda de purificación, la ofrenda de reparación, la ofrenda de consagración y el sacrificio de comunión;


Por tanto, por el amor entrañable de Dios os lo pido, hermanos: presentaos a vosotros mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser vuestro auténtico culto.


ni os convirtáis en instrumentos del mal al servicio del pecado. Presentaos, más bien, ante Dios como lo que sois: muertos retornados a la vida, y haced de vuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios.


Os estoy hablando con un lenguaje corriente en atención a la debilidad de vuestra condición humana. Así pues, lo mismo que en otro tiempo os hicisteis esclavos del vicio y la maldad enfangándoos en el mal, haceos ahora esclavos de una vida recta, consagrándoos a Dios.


a la Iglesia de Dios reunida en Corinto. A vosotros que, consagrados por Cristo Jesús, habéis sido elegidos por Dios para ser su pueblo, junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro.


que os ha injertado en Cristo Jesús, convertido para nosotros en sabiduría divina, en poder salvador, santificador y liberador.


Habéis sido rescatados a buen precio; glorificad, pues, a Dios con vuestro cuerpo.


Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto.


Y aunque tuviera que sufrir el martirio como ofrenda sacrificial en favor de vuestra fe, me sentiría dichoso compartiendo con todos vosotros mi alegría;


Convenía, en efecto, que Dios, que es origen y fin de todas las cosas y que quiere conducir a una multitud de hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio del sufrimiento a quien tenía que encabezar la salvación de los demás.


Y aunque era Hijo, aprendió en la escuela del dolor lo que cuesta obedecer.


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