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Levítico 26:33 - La Palabra (versión española)

33 a vosotros os dispersaré entre las naciones, desenvainaré la espada detrás de vosotros, vuestra tierra quedará arrasada y vuestras ciudades desiertas.

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Biblia Reina Valera 1960

33 y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Los dispersaré entre las naciones y sacaré mi espada contra ustedes. Sus ciudades quedarán en ruinas y su tierra desolada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 A ustedes los desparramaré entre las ciudades y naciones; y los perseguiré con la espada. Sus tierras serán arruinadas y quedarán desiertas sus ciudades.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Y a vosotros os esparciré entre las naciones, y haré desenvainar la espada tras vosotros, y vuestra tierra será devastada, y vuestras ciudades desoladas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 A vosotros os dispersaré entre las naciones y desenvainaré la espada detrás de vosotros. Vuestro país será arrasado y vuestras ciudades reducidas a escombros.

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Levítico 26:33
34 Referans Kwoze  

Y cuando pequen contra ti, pues nadie está libre de pecado, y tú, enfurecido contra ellos, los entregues al enemigo para que los lleve cautivos a un país enemigo, lejano o cercano,


Incendió el Templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén, pegando fuego a todos los edificios principales.


Pero si vosotros me abandonáis, olvidáis los mandamientos y preceptos que os he dado y os vais a servir y a adorar a otros dioses,


Me respondieron: —Los que han sobrevivido a la cautividad y viven en aquella provincia se encuentran en una situación lamentable y humillante. Las murallas de Jerusalén siguen derruidas y sus puertas quemadas.


Recuerda, por favor, lo que prometiste a tu siervo Moisés diciendo: «Si pecáis, os dispersaré entre los pueblos;


Y dijo Amán al rey Asuero: —Entre todos los pueblos que forman las provincias de tu imperio existe uno que vive separado y disperso; se rige por leyes diferentes a las de los otros pueblos y no obedece las leyes del rey. No creo que convenga al rey tolerarlos.


que a su estirpe arrojaría entre paganos, que los dispersaría entre los países.


Nos entregas como oveja al matadero, nos has dispersado entre las naciones.


Vendes tu pueblo por nada, no le has puesto un alto precio;


Vuestra tierra devastada, vuestros pueblos calcinados; veis como de vuestros campos se aprovechan extranjeros. Desolación y desastre como en Sodoma.


Yo pregunté: «¿Hasta cuándo, Señor?». Me respondió: Hasta que queden desoladas y sin habitantes las ciudades, las casas sin personas, los campos devastados.


Os aventaré como paja que vuela cuando sopla el viento de la estepa.


Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá; por lo que hizo en Jerusalén.


Escuchad, naciones, la palabra del Señor, contadlo luego en las costas lejanas; decid: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño».


Sube un león de la espesura, se apresta un destructor de pueblos; ya está saliendo de su escondrijo para hacer de tu tierra un erial; tus ciudades serán incendiadas, todas quedarán deshabitadas.


Haré que enmudezcan en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén las voces alegres de fiesta, las canciones del novio y de la novia, pues el país quedará en ruinas.


Todos los supervivientes de esta gente perversa, en todos los lugares por donde los dispersé, preferirán la muerte a la vida —oráculo del Señor del universo.


Así dice el Señor del universo: Haced venir plañideras, buscad a las más expertas; que se den prisa en venir


¡Qué solitaria se encuentra la ciudad superpoblada! Ha quedado como viuda la grande ante las naciones. La reina de las provincias se ha convertido en esclava.


Desterrada y humillada, Judá sufre esclavitud y habita entre las naciones sin encontrar su morada; todos sus perseguidores le han dado caza en su asedio.


¡Apartaos! —les gritaban— ¡Un impuro! ¡No toquéis! Y cuando huían vagabundos, los paganos les decían: «No podéis vivir aquí».


El Señor los dispersó y no volverá a mirarlos. Negaron honra y piedad a sacerdotes y ancianos.


Las ciudades habitadas quedarán en ruinas, y la tierra será pura desolación; así reconoceréis que yo soy el Señor.


Y volví a jurar solemnemente en el desierto que los dispersaría entre las naciones y que los aventaría por los países.


Te dispersaré por las naciones, te aventaré por otros países y acabaré con la impureza que hay en ti.


Un tercio lo quemas en una fogata, en medio de la ciudad, cuando acabe el período de asedio; toma otro tercio y ve golpeándolo con la espada en torno a la ciudad; el último tercio lo lanzas al viento, y yo lo perseguiré con la espada desenvainada;


La devastación los ha hecho huir; se reunirán en Egipto, Menfis será su sepultura. Las ortigas heredarán sus tesoros y las zarzas invadirán sus tiendas.


si sus enemigos los llevan cautivos, haré que la espada los degüelle. ¡Para mal y no para bien los tendré siempre ante mi vista!


sino que los dispersé entre naciones que no conocían. La tierra quedó asolada cuando ellos la abandonaron y nadie pasaba por allí. Así es como convirtieron en desierto un país tan espléndido.


A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue el tiempo designado para estos.


El Señor os dispersará entre las naciones y no quedaréis más que unos pocos en medio de esas naciones a las que el Señor os deportará.


Santiago, servidor de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a todos los miembros del pueblo de Dios dispersos por el mundo.


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