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Levítico 15:14 - La Palabra (versión española)

14 Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones, y vendrá ante el Señor, a la entrada de la Tienda del encuentro, y se los entregará al sacerdote.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

14 Y el octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones de paloma e irá ante el Señor a la entrada del tabernáculo y dará sus ofrendas al sacerdote.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones y se presentará ante Yavé a la entrada de la Tienda de las Citas para entregarlos al sacerdote.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Al octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y comparecerá ante YHVH, a la entrada de la Tienda de Reunión, y los entregará al sacerdote.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 El octavo día, tomará dos tórtolas o dos pichones, se presentará delante de Yahveh a la entrada de la tienda del encuentro y se los entregará al sacerdote,

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Levítico 15:14
11 Referans Kwoze  

Si la ofrenda en holocausto para el Señor es de aves, ofrecerá tórtolas o pichones.


Cuando haya pasado el tiempo de su purificación, sea por un niño o por una niña, traerá al sacerdote, a la entrada de la Tienda del encuentro, un cordero de un año para ofrecerlo en holocausto y un pichón o una tórtola para ofrecerlo como ofrenda de purificación.


Si no tiene medios suficientes para ofrecer un cordero, traerá dos tórtolas o dos pichones: ofrecerá uno como holocausto y el otro como ofrenda de purificación. El sacerdote hará el rito de expiación por ella y quedará purificada.


y el octavo día traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la entrada de la Tienda del encuentro.


Al que no tuvo experiencia de pecado, Dios lo trató por nosotros como al propio pecado, para que, por medio de él, experimentemos nosotros el poder salvador de Dios.


Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.


Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios.


Y así, ofreciéndose en sacrificio una única vez, ha hecho perfectos de una vez para siempre a cuantos han sido consagrados a Dios.


Un sumo sacerdote así era el que nosotros necesitábamos: santo, inocente, incontaminado, sin connivencia con los pecadores y encumbrado hasta lo más alto de los cielos.


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