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Juan 18:1 - La Palabra (versión española)

1 Dicho esto, salió Jesús acompañado de sus discípulos, pasaron al otro lado del torrente Cedrón y entraron en un huerto.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Después de decir esas cosas, Jesús cruzó el valle de Cedrón con sus discípulos y entró en un huerto de olivos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando terminó de hablar, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había allí un huerto, y Jesús entró en él con sus discípulos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Después de decir estas cosas, Jesús salió con sus discípulos al otro lado del arroyo invernal de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró Él y sus discípulos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró él con sus discípulos.

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Juan 18:1
25 Referans Kwoze  

Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara.


Así que Dios, el Señor, lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de la que había sido formado.


Toda la gente lloraba a gritos mientras iba desfilando. Luego David cruzó el torrente Cedrón por el camino que lleva al desierto, y con él cruzó toda la gente.


Incluso destituyó de su título real a su abuela Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen y la quemó en el torrente Cedrón.


Porque el día que salgas y cruces el torrente Cedrón, ten por seguro que irremediablemente morirás y tú serás el responsable.


Josías demolió los altares que los reyes de Judá habían construido en la azotea de la sala de Ajab y los altares construidos por Manasés en los dos patios del Templo, los pulverizó y arrojó el polvo en el torrente Cedrón.


Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes auxiliares y a los porteros que sacasen del Templo todos los objetos dedicados a Baal, a Astarté y a todos los astros celestes; los hizo quemar fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón y mandó llevar sus cenizas a Betel.


Sacó del Templo la columna sagrada, la llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó allí hasta reducirla a cenizas, que luego tiró a la fosa común.


El rey Asá retiró el título real a su madre Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen, la hizo trizas y la quemó en el torrente Cedrón.


Los sacerdotes entraron en el interior del Templo para limpiarlo y sacaron al atrio todas las cosas impuras que encontraron en el Templo; luego los levitas las recogieron para tirarlas fuera, al torrente Cedrón.


Comenzaron por destruir todos los altares y lugares para quemar incienso que había en Jerusalén, y los arrojaron al torrente Cedrón.


Así que, todavía de noche, subí por el torrente, examiné la muralla y volví a pasar por la Puerta del Valle, regresando a casa.


Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y los campos que llegan hasta el torrente Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, a oriente, estarán consagrados al Señor. Ya no volverán a ser destruidos ni arrasados.


la partirás en trozos y echarás aceite sobre ella, pues es una ofrenda de cereal.


Cantaron después el himno y salieron hacia el monte de los Olivos.


Llegó Jesús, acompañado de sus discípulos, al lugar llamado Getsemaní, y les dijo: —Quedaos aquí sentados mientras yo voy un poco más allá a orar.


Cantaron después el himno y salieron hacia el monte de los Olivos.


Llegados al lugar llamado Getsemaní, Jesús dijo a sus discípulos: —Quedaos aquí sentados mientras yo voy a orar.


Levantaos, vámonos. Ya está aquí el que me va a entregar.


pero tiene que ser así para demostrar al mundo que yo amo al Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó. Levantaos. Vámonos de aquí.


Pero uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro cortó la oreja, le replicó: —¿Cómo que no? ¡Yo mismo te vi en el huerto con él!


Vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él los pies y las manos y dijo: —Esto dice el Espíritu Santo: «Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinturón. Después lo entregarán en manos de extranjeros».


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