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Josué 2:11 - La Palabra (versión española)

11 Al enterarnos, ha desfallecido nuestro corazón y vuestra llegada nos ha dejado a todos sin aliento, porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 ¡No es extraño que nuestro corazón esté lleno de temor! A nadie le queda valor para pelear después de oír semejantes cosas. Pues el Señor su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Cuando lo supimos se nos paró el corazón y al verlos acercarse todo el mundo está ahora lleno de miedo, porque Yavé su Dios es Dios tanto arriba en los cielos como abajo en la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y cuando lo oímos, se nos derritió° el corazón, y no ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque YHVH vuestro Dios, Él solo es ’Elohim arriba en los cielos y abajo en la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Al oírlo, se ha desmayado nuestro corazón y ya nadie tiene aliento delante de vosotros, porque Yahveh, vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra.

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Josué 2:11
27 Referans Kwoze  

para que todos los pueblos de la tierra reconozcan que el Señor es Dios y que no hay otro.


Luego volvió con toda su comitiva a ver al profeta. Al llegar, se presentó ante él y le dijo: —Ahora reconozco que en toda la tierra no hay más Dios que el de Israel. Te ruego, pues, que aceptes un regalo de tu servidor.


Al enterarse nuestros enemigos y las gentes de nuestro alrededor, se llenaron de temor y reconocieron que esta obra se había realizado gracias a nuestro Dios.


En cada provincia y en cada ciudad, a medida que iba llegando el decreto real, los judíos se llenaban de alegría y felicidad, y celebraban fiestas y banquetes. Muchos habitantes del país se hicieron judíos por miedo a ellos.


Venerarán las naciones tu nombre, Señor, y tu gloria los reyes de la tierra;


Me diluyo como el agua, mis huesos se desencajan, mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas;


Que se evaporen como agua que se diluye, que disparen flechas que no puedan clavarse;


que sepan que tu nombre es el Señor y solo tú eres Altísimo en la tierra entera.


Lo oyeron los pueblos y se estremecieron; los habitantes de Filistea se echaron a temblar.


Se llenaron de horror los jefes de Edom; temblaron de angustia los príncipes de Moab; se acobardaron los habitantes de Canaán.


Por eso, las fuerzas flaquean, se sienten incapaces de pensar;


El Señor cabalga sobre tenue nube, vedlo entrando en Egipto; tiemblan ante él los ídolos de Egipto, el corazón de Egipto flaquea por dentro.


afilada para degollar, bruñida para destellar. [¿Vamos a alegrarnos de que el cetro, mi hijo, desdeñe a todos los árboles?]


¡Saquead la plata, saquead el oro! El tesoro es magnífico, los objetos preciosos incontables.


¡Adónde vamos a ir! Nuestros hermanos nos han metido el miedo en el cuerpo al decirnos que la gente de allí es más fuerte y más alta que nosotros, que las ciudades son enormes y están provistas de murallas que tocan el cielo. ¡Para colmo, nos dicen que vieron anaquitas por allí!


Además, los oficiales dirán a la tropa: «El que tenga miedo o le falte el valor, que se marche a casa, no sea que contagie su cobardía al resto de sus compañeros».


Así que reconoce hoy y convéncete de que el Señor es el único Dios: ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay ningún otro.


Los hermanos que me habían acompañado desanimaron al pueblo, pero yo me mantuve fiel al Señor, mi Dios.


Le dijeron a Josué: —El Señor ha puesto todo el país en nuestras manos; todos sus habitantes están ya temblando ante nosotros.


Cuando los reyes de los amorreos que habitaban al lado occidental del Jordán y los reyes de los cananeos que vivían en la región costera, oyeron que el Señor había mantenido seco el cauce del Jordán hasta que los israelitas lo atravesaron, desfalleció su corazón y les faltó el aliento para hacer frente a los israelitas.


que mataron a unos treinta y seis israelitas y persiguieron a los demás desde la puerta de la ciudad hasta Sebarín, batiéndolos en la bajada. Entonces el pueblo se desalentó y se sintió desfallecer.


Los gabaonitas respondieron a Josué: —Nosotros, tus siervos, conocíamos lo que el Señor tu Dios había dicho a Moisés su siervo, a saber, que os entregaría todo este país y exterminaría a vuestra llegada a todos sus habitantes. Así que cuando llegasteis, temimos mucho por nuestras vidas y por eso hemos actuado así.


diciendo a cumbres y peñascos: —Caed sobre nosotros; ocultadnos para que no nos vea el que está sentado en el trono, para que no dé con nosotros la ira del Cordero.


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