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Job 2:3 - La Palabra (versión española)

3 El Señor añadió: —¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal. Pero tú me has incitado contra él para que lo aniquilara sin motivo; sin embargo, todavía persiste en su honradez.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces el Señor le preguntó a Satanás: —¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Además ha conservado su integridad a pesar de que tú me incitaste a que le hiciera daño sin ningún motivo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Yavé dijo a Satán: '¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un hombre bueno y honrado que teme a Dios y se aparta del mal. Aún sigue firme en su perfección y en vano me has incitado contra él para arruinarlo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y YHVH dijo al Acusador: ¿Acaso has puesto tu corazón contra mi siervo Job porque no hay como él en la tierra, varón íntegro y honrado, temeroso de Dios y apartado del mal, que aún se aferra a su integridad a pesar de que me incitaste contra él para arruinarlo sin causa?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 '¿Has reparado -le dijo Yahveh- en mi siervo Job? No hay otro igual en la tierra. Es hombre integro y recto, teme a Dios y evita el mal. Sigue firme en su integridad. En vano, pues, me has incitado contra él para perderle.'

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Job 2:3
26 Referans Kwoze  

Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo y honrado entre sus contemporáneos que vivía de acuerdo con la voluntad de Dios.


Joab contestó: —¡Líbreme Dios! ¡Líbreme Dios de arruinar y destruir!


Érase una vez un hombre llamado Job, que vivía en el país de Hus. Era justo, honrado y respetuoso de Dios, y vivía apartado del mal.


Pero te apuesto que si extiendes tu mano y dañas sus posesiones, te maldecirá a la cara.


Un día se presentaron ante el Señor los hijos de Dios; también Satán entró con ellos.


El Señor añadió: —¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal.


Aunque quiera matarme, no me queda otra esperanza; quiero defenderme en su presencia;


El Señor preguntó a Satán: —¿De dónde vienes? Satán respondió al Señor: —Vengo de dar vueltas por la tierra; de andar por ella.


Satán contestó al Señor: —Piel por piel; cualquiera lo da todo por salvar su vida.


¡Él es capaz de aplastarme por una tontería, de multiplicar sin motivo mis heridas;


Aun teniendo yo razón, su boca me condenaría; aun siendo yo inocente, demostraría mi culpa.


Hazme justicia, Señor, pues camino con rectitud. En el Señor confío, jamás dudaré.


Observa al bueno, mira al honrado, porque al pacífico le aguarda un mañana;


Por mi rectitud tú me sostienes y por siempre me mantienes ante ti.


El justo se libra del apuro y el malvado ocupa su lugar.


La justicia protege al intachable, la maldad pervierte al pecador.


Quien procede honradamente respeta al Señor, el de conducta torcida lo desprecia.


El Señor aborrece el sacrificio del malvado, la oración del honrado le agrada.


La senda del honrado se aparta del mal, quien vigila su conducta protege su vida.


Jesús respondió: —Ni sus propios pecados ni los de sus padres tienen la culpa; nació así para que el poder de Dios resplandezca en él.


No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús.


Dichoso quien resiste la prueba pues, una vez acrisolado, recibirá como corona la vida que el Señor ha prometido a quienes lo aman.


Claro que así la autenticidad de vuestra fe —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo,


Y Dios, fuente de todo bien, que os ha llamado a compartir con Cristo su gloria eterna, después de estos breves padecimientos, os restablecerá, os confirmará, os fortalecerá y os colocará sobre una base inconmovible.


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