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Jeremías 9:11 - La Palabra (versión española)

11 ¿Quién es el sabio que puede entender esto? Que lo diga el que haya sido confidente del Señor. ¿Por qué está deshecho el país, abrasado, como desierto intransitable?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Haré de Jerusalén un montón de ruinas —dice el Señor—, y será un lugar frecuentado por chacales. Las ciudades de Judá serán abandonadas, y nadie vivirá en ellas».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 ¿Quién es bastante sabio para comprender estos acontecimientos? ¿A quién se lo ha dicho la boca de Yavé para que lo publique? ¿Por qué el país está perdido, incendiado como el desierto, por donde nadie pasa?

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Reduciré Jerusalem a montones de escombros, La convertiré en cubil de chacales, Y a las ciudades de Judá en desolación sin habitante.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 ¿Quién es tan sabio que entienda esto? ¿A quién habló la boca de Yahveh, que pueda explicarlo? ¿Por qué el país se ha perdido, está abrasado como el desierto, sin que nadie pase?

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Jeremías 9:11
32 Referans Kwoze  

y todos a una conspiraron para luchar contra Jerusalén y causarle el mayor daño posible.


Quien sea sabio que medite estas cosas, que comprenda el amor del Señor.


aunque nos oprimiste en tierras de chacales y nos cubriste con sombras tenebrosas.


Oh Dios, los paganos han invadido tu heredad, han profanado tu santo Templo, han reducido Jerusalén a escombros;


Las hienas aullarán en sus fortalezas, los chacales en sus palacios de recreo. Llega, está cerca su hora, sus días no tardarán.


Convertiste en escombros la ciudad, la villa amurallada en derribo; el palacio extranjero no es ciudad, nunca será reconstruido.


Crecerán espinos en sus palacios, cardos y ortigas en sus torreones: convertida en guarida de chacales, en terreno de crías de avestruz.


que confirma la palabra de sus siervos y cumple el consejo de sus mensajeros. El que dice de Jerusalén: «será habitada»; y de las ciudades de Judá: «serán reconstruidas, pondré en pie de nuevo sus ruinas»;


pues pienso citar a todos los clanes y reinos del norte —oráculo del Señor. Vendrán y pondrán su sitial a la entrada de las puertas de Jerusalén, en torno a todas sus murallas y en todas las ciudades de Judá.


Corre la noticia: «Ahí llega un estruendo imponente desde el norte, que convertirá a las ciudades de Judá en desolación, en cueva de chacales».


Cuando transmitas a este pueblo todas estas palabras, seguramente te dirán: «¿Por qué ha pronunciado el Señor contra nosotros toda esta enorme desgracia? ¿Cuáles son las culpas y pecados que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?».


Y todo este país se convertirá en ruina y desolación, y los pueblos de alrededor servirán al rey de Babilonia durante setenta años.


a Jerusalén, a las ciudades de Judá, a sus reyes y dignatarios, para convertirlos en ruina y desolación, en motivo de burla y maldición [como ocurre hasta el presente].


—Miqueas de Morasti profetizó en tiempos de Ezequías, rey de Judá, a toda la población de Judá, en estos términos: Así dice el Señor del universo: Sion será un campo arado, Jerusalén, un montón de ruinas, y el monte del Templo un cerro de maleza.


¿Por qué dices profetizar en nombre del Señor y afirmas que este Templo acabará como Siló y que esta ciudad quedará desolada y deshabitada? Toda la gente se amotinó contra Jeremías en el Templo del Señor.


Ahora voy a dar la orden —oráculo del Señor— de que regresen a esta ciudad para atacarla, conquistarla y prenderle fuego, y convertiré las ciudades de Judá en tierra desolada sin habitantes.


Pues así ha dicho el Señor: Devastado quedará el país, pero no provocaré su fin.


—Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Vosotros sois testigos de las desgracias que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá, que aún siguen arruinadas y deshabitadas,


Cueva de chacales será Jasor, convertida en eterna desolación; ya no habrá nadie que habite allí, no habrá persona que more en ella.


La ataca un pueblo desde el norte, que dejará su tierra desolada, sin nadie que pueda habitarla, pues lo mismo personas que animales todos huirán en desbandada.


Babilonia acabará en ruinas, en una cueva de chacales, objeto de espanto y de burla, sin nadie que la habite.


¿Ya no hay bálsamo en Galaad? ¿No quedan médicos allí? ¿Por qué, pues, sigue abierta la herida de la capital de mi pueblo?


De luto están las calzadas de Sion, sin peregrinos; sus puertas están en ruinas y sus sacerdotes gimen; sus doncellas se lamentan y ella padece amargura.


Dios destruyó sin piedad las moradas de Jacob, arrasó las fortalezas de la hija de Judá y echó por tierra, humillados, a su reino y a sus príncipes.


Miedo y pánico es lo nuestro, desolación y fracaso.


Arrasaré la tierra de suerte que vuestros enemigos residentes en ella se horrorizarán al verla;


Pues bien, reduciré a Samaría a un montón de ruinas, a un campo donde se planten viñas. Haré rodar sus piedras hasta el valle y dejaré al descubierto sus cimientos.


Pues bien, por vuestra culpa Sion será arada como un campo, Jerusalén terminará en montón de piedras y el monte del Templo en cerro de espinos.


Puesto que sigues lo prescrito por Omrí y las prácticas de la casa de Ajab, conduciéndote según sus directrices, yo te entregaré a la devastación; tus habitantes serán objeto de escarnio y soportaréis la desgracia de mi pueblo.


Todas las naciones preguntarán: «¿Por qué el Señor ha tratado así a esta tierra? ¿Por qué se encendió tanto el ardor de su ira?».


y proclamó con fuerte voz: —¡Por fin cayó Babilonia, la poderosa! Hoy es mansión de demonios, guarida de espíritus impuros y de toda clase de aves inmundas y asquerosas.


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