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Jeremías 8:14 - La Palabra (versión española)

14 ¿Qué hacemos aquí sentados? Vayamos juntos a las ciudades fortificadas y acabemos allí de una vez, pues es el Señor nuestro Dios quien quiere acabar con nosotros; nos da a beber nuestras lágrimas, pues hemos pecado contra el Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jehová nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 »Luego el pueblo dirá: “¿Por qué deberíamos esperar aquí para morir? Vengan, vayamos a las ciudades fortificadas para morir allí. Pues el Señor nuestro Dios ha decretado nuestra destrucción y nos ha dado a beber una copa de veneno porque pecamos contra el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 ¿Por qué nos quedamos parados? Juntémonos, entremos en nuestras ciudades fortificadas para morir allí, pues Yavé, nuestro Dios, nos entrega a la muerte y nos da para tomar agua envenenada, porque hemos pecado contra él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 ¿Qué hacemos aquí sentados? Reunámonos y entremos en las plazas fuertes y perezcamos allí, Porque YHVH nuestro Dios nos deja morir, Nos ha dado a beber agua envenenada, Porque hemos pecado contra YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos y entremos en las ciudades amuralladas y perezcamos allí; pues Yahveh, nuestro Dios, nos destina a perecer y nos da para beber agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh.

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Jeremías 8:14
23 Referans Kwoze  

Entonces David dijo a Abisay: —Ahora Sebá, el hijo de Bicrí, nos puede hacer más daño que Absalón. Sal con los hombres de tu señor a perseguirlo, antes de que llegue a las ciudades fortificadas y se nos escape.


Guardé un completo silencio, quedé totalmente callado, pero mi dolor crecía,


Pusieron veneno en mi comida y apagaron mi sed con vinagre.


Siéntate en silencio, entre tinieblas, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte «señora de los reinos».


Señor, reconocemos nuestra maldad, también la culpa de nuestros antepasados. ¡Hemos pecado contra ti!


Aunque nos acusen nuestras culpas, haz algo, Señor, para honrar tu nombre. Sí, son muchas nuestras rebeldías, hemos pecado contra ti.


Por eso, así dice el Señor del universo acerca de los profetas: Voy a daros a comer ajenjo, y a beber, agua emponzoñada, pues los profetas de Jerusalén habéis esparcido la impiedad por el país.


¡Acostémonos en nuestra vergüenza, cubrámonos con nuestra deshonra! Desde que éramos jóvenes hasta hoy, nosotros, lo mismo que nuestros antepasados, hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios, nos hemos negado a obedecerlo».


Pero, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió el país, nos dijimos: «Vamos a Jerusalén para huir del ejército caldeo y del ejército arameo», y nos establecimos en Jerusalén.


Por eso, así dice el Dios de Israel, Señor del universo: Daré a este pueblo ajenjo para comer, les daré a beber agua emponzoñada.


Los dispersaré por países que no conocen, y que tampoco conocieron sus padres; mandaré a la espada que los persiga hasta que acabe finalmente con ellos.


Recuerda mi pena amarga que es ajenjo envenenado.


Moisés dijo a Aarón: —Esto es lo que había decretado el Señor, cuando dijo: «Mostraré mi santidad a los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado». Aarón, por su parte, permaneció callado.


Y cuando el pariente saque de la casa los cadáveres para quemarlos y diga al que está en el fondo de la casa: «¿Queda todavía alguien contigo?», el otro responderá: «no queda ninguno». Y añadirá: «Guardad silencio», pues no hay que mencionar el nombre del Señor.


Mas el Señor está en su santo Templo, ¡que calle ante él toda la tierra!


Yo castigaré a esas naciones que serán botín de sus esclavos, y así reconoceréis que he sido enviado por el Señor del universo.


ofrecieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.


Si alguien al escuchar estas imprecaciones se engaña pensando: «Todo me irá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca, puesto que el terreno regado no tiene sequedad»,


Su viña es un retoño de la cepa de Sodoma y de los campos de Gomorra; sus uvas son uvas venenosas, sus racimos saben amargos;


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