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Jeremías 6:12 - La Palabra (versión española)

12 Sus casas pasarán a otros, también sus campos y mujeres, pues voy a extender mi mano sobre los habitantes del país —oráculo del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Sus casas serán dadas a los enemigos, al igual que sus campos y sus esposas porque levantaré mi puño poderoso contra la gente de esta tierra —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Sus casas pasarán a otros, junto con sus campos y sus mujeres, cuando yo extienda mi mano sobre los habitantes de esta tierra, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y sus casas serán entregadas a otros, Juntamente con sus campos y sus mujeres, Porque extenderé mi mano contra los habitantes de esta tierra, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Pasarán sus casas a otros, campos y mujeres a la vez; porque voy a extender mi mano contra los habitantes del país -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 6:12
26 Referans Kwoze  

Al levantar la vista, David vio al ángel del Señor entre la tierra y el cielo, empuñando su espada desenvainada y extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos, vestidos de sayal, cayeron rostro en tierra,


Iréis abatidos como prisioneros, caeréis como los heridos de muerte. Con todo, su cólera persiste, su mano sigue amenazante.


Por eso arde en cólera el Señor contra su pueblo, y ha alargado hacia él su mano para herirlo; tiemblan los montes y aparecen sus cadáveres, lo mismo que basura en medio de las calles. Y con todo no se sacia su cólera, su mano sigue amenazante.


Y el pueblo no vuelve a quien lo hiere, no consulta al Señor del universo.


La maldad arde como fuego que devora zarzas y cardos, se ceba en la fronda del bosque, y se alzan remolinos de humo.


Fuiste tú quien me rechazaste —oráculo del Señor—, tú quien me diste la espalda; por eso alargué mi mano para aniquilarte, cansado ya de compadecerte.


Yo en persona lucharé contra vosotros, con mano extendida y potente brazo, con ira, con cólera y con rabia incontrolada.


Todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá serán sacadas y entregadas a los oficiales del rey de Babilonia, y dirán así: «Te han engañado y vencido los que eran tus íntimos amigos: tus pies se han hundido en el fango, pero ellos se batieron en retirada».


Todas tus mujeres y tus hijos caerán en poder de los caldeos, y tú no podrás escapar. Caerás en manos del rey de Babilonia, y esta ciudad será incendiada.


Por eso, así dice el Señor Dios: Voy a derramar mi ira y mi cólera sobre este lugar, sobre personas y animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; arderán y no se apagarán.


Por eso, voy a dar a otros vuestras mujeres, entregaré vuestros campos a los conquistadores. Es que del pequeño al grande todos piensan en medrar; del profeta al sacerdote todos andan entre fraudes.


Decidió el Señor destruir las murallas de Sion; echó el cordel, sin quitar la mano que derribaba; muro y baluarte gemían al desmoronarse juntos.


Vuelve sin cesar su mano todo el día contra mí.


Violaron a mujeres en Sion, a doncellas en ciudades de Judá.


Nuestra herencia es de extranjeros, nuestras casas son de extraños.


Somos huérfanos de padre y son viudas nuestras madres.


Le dirás: Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti, montaña de Seír; voy a extender mi mano contra ti; en pura desolación te voy a convertir.


Traeré a pueblos malvados, que se adueñarán de sus casas; acabaré con su espléndida fortaleza, serán profanados sus santuarios.


Ese día os dedicarán una copla y os entonarán una elegía que diga: «Nos han arruinado del todo, han vendido mi herencia familiar; se nos arrebatan los campos y se reparten entre los invasores».


Sus riquezas serán saqueadas, sus casas quedarán destruidas; las edificarán, mas no las habitarán; plantarán viñas, pero no beberán su vino.


Extenderé mi mano contra Judá y contra todas las gentes de Jerusalén; borraré de este lugar hasta el último rastro de Baal: a todos sus servidores y sacerdotes;


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