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Jeremías 52:24 - La Palabra (versión española)

24 El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías y a los tres porteros.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Tomó también el capitán de la guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo sacerdote, y tres guardas del atrio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó consigo como prisioneros al sumo sacerdote Seraías, al sacerdote de segundo rango Sofonías, y a los tres porteros principales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 El comandante de la guardia tomó prisionero al sumo sacerdote Seraya, a su vicario Sofonías y a los tres guardianes del Templo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 El capitán de la guardia capturó después a Seraías, el sumo sacerdote, y a Sofonías, el segundo sacerdote, junto con los tres guardianes del atrio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 El jefe de la guardia prendió también al sumo sacerdote Serayas, a Sofonías, segundo sacerdote, y a los tres guardianes de la puerta.

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Jeremías 52:24
19 Referans Kwoze  

Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes auxiliares y a los porteros que sacasen del Templo todos los objetos dedicados a Baal, a Astarté y a todos los astros celestes; los hizo quemar fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón y mandó llevar sus cenizas a Betel.


El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofanías y a los tres porteros.


Descendientes de Merarí en línea directa: Majlí, Libní, Simeí, Uzá,


Después de estas cosas, en el reinado de Artajerjes, rey de Persia, Esdras que era hijo de Seraías, y descendiente de Azarías, de Jelcías,


Es mejor un día en tus atrios que mil días fuera de ellos; prefiero el umbral de la casa de mi Dios a morar en las tiendas del malvado.


pues así dice el Señor: Te voy a convertir en terror para ti y todos tus allegados, que caerán abatidos por la espada enemiga delante de tus ojos. Y voy a entregar a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia donde los matará a espada.


Palabra que recibió Jeremías de parte del Señor, cuando el rey Sedecías le envió a Pasjur, hijo de Malaquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, con este encargo:


Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Tú has enviado cartas firmadas de puño y letra a toda la gente que vive en Jerusalén y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, así como a todos los sacerdotes, en estos términos:


El sacerdote Sofonías leyó esta carta en presencia del profeta Jeremías.


También a Sedecías, rey de Judá, y a sus cortesanos los entregaré en manos de sus enemigos y de los que quieren quitarles la vida, y en manos del ejército del rey de Babilonia, que acaba de retirarse.


Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Jigdalías, el hombre de Dios, la sala que está junto al salón de los dignatarios y encima de la sala de Maasías, hijo de Salún, el portero.


El rey Sedecías envió a Jehucal, hijo de Selemías, y a Sofonías, hijo del sacerdote Maasías, con este mensaje para el profeta Jeremías: «Consulta de nuestra parte al Señor, nuestro Dios».


El día diez del mes quinto (que corresponde al año décimo noveno del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia), llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia y consejero del rey de Babilonia.


Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó deportados al resto de la gente que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos.


El Señor los dispersó y no volverá a mirarlos. Negaron honra y piedad a sacerdotes y ancianos.


Por eso, así dice el Señor Dios: Los muertos que habéis dejado tirados en la ciudad son la carne, y la ciudad es la olla; pero pienso sacaros de en medio de ella.


elige los mejores corderos. Coloca la leña debajo, que cuezan a borbotones los huesos que hay dentro de ella.


Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy, enfrentado a los pastores. Voy a exigir que me devuelvan mi rebaño, voy a poner fin a su oficio de pastores; ya no volverán a apacentarse a sí mismos; arrancaré a mis ovejas de sus fauces para que ya no les sirvan de alimento.


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