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Jeremías 51:50 - La Palabra (versión española)

50 Los que habéis sobrevivido a la espada, marchaos, no os quedéis aquí: acordaos del Señor, cuando estéis lejos, llevad a Jerusalén en el corazón.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

50 Los que escapasteis de la espada, andad, no os detengáis; acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

50 ¡Váyanse, todos ustedes que escaparon de la espada! ¡No se detengan para mirar, huyan mientras puedan! Recuerden al Señor, aunque estén en una tierra lejana, y piensen en su hogar en Jerusalén».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

50 ¡Ustedes, que se libraron de la espada, partan, no se queden allí! Acuérdense de Yavé en esta tierra lejana, y que Jerusalén les venga a la memoria:

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La Biblia Textual 3a Edicion

50 Los que habéis escapado de la espada, ¡id y no os detengáis! ¡Invocad a YHVH desde lejos, y Jerusalem ocupe vuestros pensamientos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

50 Vosotros, escapados de la espada, marchad, no os paréis; acordaos desde lejos de Yahveh, y tened a Jerusalén en vuestra mente.

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Jeremías 51:50
24 Referans Kwoze  

Pedid paz para Jerusalén, que tengan paz quienes te aman;


Salid de Babilonia, huid de los caldeos. Contadlo con alborozo, proclamad todo esto, difundid la noticia hasta el confín de la tierra. Decid: «El Señor ha rescatado a su siervo Jacob».


Los redimidos del Señor volverán, llegarán cantando a Sion, precedidos de eterna alegría, seguidos de júbilo exultante; se acabaron penas y aflicciones.


¡Sacúdete el polvo y ponte en pie, Jerusalén cautiva! Suelta las correas de tu cuello, Sion, capital cautiva,


Instala mojones, coloca postes, atención a la senda, al camino que recorres. Vuelve, doncella de Israel, vuelve a estas tus ciudades;


[Serán unos pocos los que escapen de la espada y regresen del país de Egipto a territorio de Judá]. Y entonces los supervivientes de Judá que han venido a Egipto a residir como forasteros sabrán qué palabra es la que se cumple, si la mía o la de ellos.


Huid de Babilonia, país de los caldeos; salid como carneros al frente del rebaño.


¡Salid de ella, pueblo mío, que todos se pongan a salvo del incendio de la ira del Señor!


Huid de en medio de Babilonia, poned a salvo vuestras vidas, no perezcáis por su culpa; que es la hora de la venganza del Señor, el día en que les dará su merecido.


se acordarán de mí en esas naciones adonde vayan deportados. Haré trizas su corazón adúltero, que se apartó de mí, y arrancaré sus ojos, que se prostituyeron con sus ídolos. Tendrán entonces asco de sí mismos, por las maldades que cometieron, por todas sus acciones abominables.


Cuando Daniel se enteró de la firma de aquel decreto, se retiró a su casa. La habitación superior de la vivienda tenía las ventanas orientadas hacia Jerusalén. Daniel se recluía en ella tres veces al día y, puesto de rodillas, oraba y alababa a su Dios. Siempre lo había hecho así.


Y oí otra voz que decía desde el cielo: —Sal de ella, pueblo mío, pues si te haces cómplice de sus pecados, también te alcanzarán sus castigos.


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