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Jeremías 51:44 - La Palabra (versión española)

44 Pediré cuentas a Bel en Babilonia, le haré vomitar lo que ha tragado; ya no afluirán los pueblos a ella, hasta su muralla se ha derrumbado.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

44 Y juzgaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el muro de Babilonia caerá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

44 Entonces yo castigaré a Bel, el dios de Babilonia, y haré que vomite todo lo que se comió. Nunca más las naciones vendrán a rendirle culto. ¡La muralla de Babilonia ha caído!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

44 Haré una visita a Bel en Babilonia y le quitaré de su boca lo que ha comido. Ya no vendrán más a él las naciones. ¡Los muros de Babilonia se vinieron abajo,

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La Biblia Textual 3a Edicion

44 Castigaré a Bel en Babilonia, Y sacaré el bocado de su boca, Y las naciones no vendrán más a él, Sí, hasta el muro de Babilonia se desplomará.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

44 Visitaré a Bel en Babel y le sacaré de la boca lo que traga. Nunca más afluirán a él las naciones, hasta la muralla de Babilonia se desploma.

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Jeremías 51:44
24 Referans Kwoze  

llevándose también algunos objetos del Templo, que colocó en su palacio de Babilonia.


Vomitará la riqueza que devoró, Dios hace que la eche del vientre.


Cuando pase mucho tiempo, quedará afianzado el monte de la casa del Señor: el primero entre los montes, descollando entre las colinas. A él confluirán todas las naciones,


Mirad, ahí vienen hombres cabalgando, un par de jinetes». Alguien dijo entonces: «Cayó, cayó Babilonia, todas las estatuas de sus dioses yacen por tierra hechas añicos».


Entonces lo verás radiante, tu corazón se ensanchará maravillado, pues volcarán sobre ti las riquezas del mar, te traerán el patrimonio de los pueblos.


¡Lanzad el alarido, rodeadla! La ciudad se ha entregado, sus pilares se desploman, se derrumban sus murallas. Es la venganza del Señor, vengaos también vosotros de ella: hacedle lo que ella hizo.


Contadlo entre las naciones, alzad la bandera, anunciadlo; no os calléis, comunicadlo: «Babilonia ha sido conquistada, Bel ha sido humillado, Marduc está confundido, sus imágenes humilladas y confundidos sus ídolos».


son frustrantes, obras engañosas, desaparecerán el día del castigo.


Nabucodonosor, rey de Babilonia, me ha comido, me ha devorado y ha dejado el plato vacío; me ha engullido como un dragón, ha llenado su vientre con lo más delicioso de mí, y después me ha vomitado.


Pues bien, llegan días en que destruiré los ídolos de Babilonia, su país quedará desconcertado, todo él repleto de víctimas.


Aunque Babilonia suba hasta el cielo y ponga su fortaleza en las alturas, enviaré contra ella a los devastadores —oráculo del Señor.


Así dice el Señor del universo: La ancha muralla de Babilonia será destruida sin remedio, sus altas puertas, quemadas; ha sido inútil el esfuerzo de los pueblos, para ser pasto del fuego se afanaron las naciones.


El Señor puso en sus manos a Joaquín, rey de Judá, junto con parte de los objetos del Templo de Dios. Se llevó estos objetos al país de Senar y los depositó en el tesoro del templo de su dios.


Ordeno, pues, que toda persona, del pueblo, nación o lengua que sea, que hable mal del Dios de Sadrac, Mesac y Abednegó, sea cortado en pedazos y su casa convertida en vertedero, pues no existe otro dios capaz de salvar como este.


Mientras yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi residencia, rodeado de prosperidad en mi palacio,


Dejarás de estar entre las personas y vivirás en compañía de las bestias del campo. Te darán hierba, igual que a los toros; quedarás empapado por el rocío del cielo. Tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos, y los da a quien le place.


A causa de aquel poder que el Dios Altísimo le había concedido, la gente de todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él. Ejecutaba o dejaba con vida a quien quería; a unos engrandecía y a otros humillaba.


Su interpretación es la siguiente: «mené» quiere decir «contado», es decir: Dios ha contado los días de tu reinado y ha determinado su fin;


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