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Jeremías 36:4 - La Palabra (versión española)

4 Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, quien escribió en el rollo todas las palabras del Señor que le dictaba Jeremías.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Así que Jeremías mandó llamar a Baruc, hijo de Nerías, y mientras Jeremías le dictaba todas las profecías que el Señor le había dado, Baruc las escribía en un rollo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Jeremías mandó llamar a Baruc, hijo de Nerías, a quien dictó, para que anotara en el papel enrollado todo cuanto Yavé le había comunicado al profeta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces Jeremías llamó a Baruc ben Nerías, y Baruc escribió en el rollo, de boca de Jeremías, todas las palabras que YHVH le había hablado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Jeremías llamó entonces a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió en un rollo, al dictado de Jeremías, todas las palabras que Yahveh le había dicho.

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Jeremías 36:4
22 Referans Kwoze  

Ve ahora y lo escribes en una tablilla, lo grabas en un rollo de cobre; que sirva para el mañana como testimonio perpetuo.


Me dijo el Señor: —Hazte con una tablilla grande y escribe en ella con un punzón normal: «Maher Salal, Jas Baz».


Haré que se cumplan contra aquel país todas las palabras que pronuncié contra ellos, todo lo escrito en este libro, el de las profecías de Jeremías contra todas las naciones.


—Así dice el Señor, Dios de Israel: Pon por escrito todo lo que te he dicho,


A continuación entregué el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Majsías, en presencia de mi primo Janamel, de los testigos que habían firmado el contrato y de los judíos que estaban en el patio de la guardia.


Entonces los dignatarios enviaron donde Baruc a Jehudí, hijo de Netanías, y a Selemías, hijo de Cusí, con este mensaje para Baruc: «Toma el rollo que has leído en presencia del pueblo y tráenoslo personalmente». Baruc, hijo de Nerías, les llevó el rollo.


El rey mandó a Jehudí en busca del rollo. Lo trajo de la sala del canciller Elisamá y lo leyó ante el rey y todos los dignatarios que se ponían junto al rey.


Cada vez que Jehudí leía tres o cuatro columnas del rollo, el rey hacía un corte con el cortaplumas del canciller y tiraba al brasero la parte ya leída, hasta que todo el rollo acabó en el fuego del brasero.


Después el rey mandó a Jerajmeel, príncipe real, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, con la orden de arrestar al secretario Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los ocultó.


Jeremías recibió la palabra del Señor después de que el rey hubiese quemado el rollo que contenía las palabras que Baruc había escrito al dictado de Jeremías. Le dijo:


—Toma otro rollo y escribe en él las mismas palabras que estaban escritas en el rollo anterior que ha quemado Joaquín, rey de Judá.


Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al secretario Baruc, hijo de Nerías, que escribió, a su dictado, todo el texto del libro que había quemado Joaquín, rey de Judá. E incluso añadió otras muchas palabras del mismo tenor.


Así que vete tú y lee en el rollo las palabras del Señor que te he dictado. Las lees en presencia de la gente que esté celebrando una jornada de ayuno en el Templo del Señor y de la que haya venido de las ciudades de Judá.


Es Baruc, hijo de Nerías, quien te incita contra nosotros para que nos entregues en manos de los caldeos y nos maten o nos lleven cautivos a Babilonia.


Encargo que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Majsías, cuando fue a Babilonia con Sedecías, rey de Judá. Corría el año cuarto de su reinado, y Seraías era jefe de intendencia.


Jeremías escribió en un rollo la catástrofe que le aguardaba a Babilonia, es decir, las profecías escritas hasta aquí contra Babilonia.


Al mirar, vi una mano extendida hacia mí, que sostenía un libro enrollado.


El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones mientras dormía. Al despertar, puso por escrito el sueño que había tenido:


Alcé de nuevo la vista y, al mirar, vi un libro que volaba.


Os saludo yo, Tercio, que he sido el amanuense de esta carta como servicio al Señor.


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