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Jeremías 36:10 - La Palabra (versión española)

10 Una vez en el Templo, Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías, desde la sala de Guemarías, hijo del canciller Safán, en el patio superior, a la entrada de la Puerta Nueva del Templo, en presencia de toda la gente.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en el aposento de Gemarías hijo de Safán escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos del pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Baruc leyó al pueblo las palabras de Jeremías, escritas en el rollo. En el templo, se paró frente a la habitación de Gemarías, hijo de Safán, el secretario. Esa habitación estaba junto al atrio superior del templo, cerca de la entrada de la puerta Nueva.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Entonces Baruc leyó a todo el pueblo las palabras de Yavé contenidas en el libro, a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yavé, en la habitación de Guemarías, hijo de Safán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y Baruc leyó a oídos del pueblo las palabras del rollo de Jeremías en la Casa de YHVH, en el aposento de Gemarías ben Safán, el escriba, en el atrio superior, a la entrada de la puerta nueva de la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Baruc leyó entonces en el libro las palabras de Jeremías en el templo de Yahveh, en la sala de Guemarías, hijo de Safán, el secretario, en el atrio superior, a la entrada de la Puerta Nueva del templo de Yahveh, y todo el pueblo escuchaba.

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Jeremías 36:10
17 Referans Kwoze  

Seraías era secretario; y Sadoc y Abiatar, sacerdotes.


Sadoc, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélec, eran los sacerdotes; Seraías era el secretario;


Finalmente construyó el atrio interior con tres hileras de piedras labradas y una hilera de vigas de cedro.


Sin embargo, no desaparecieron los santuarios de los altos y el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Él fue quien construyó la puerta superior del Templo del Señor.


Entonces, el mayordomo de palacio Eliaquín, hijo de Jelcías, el secretario Sobná y el canciller Joaj, hijo de Asaf, se presentaron a Ezequías con las ropas rasgadas y le transmitieron el mensaje del copero mayor.


En el año décimo octavo del reinado de Josías, el rey envió al Templo al secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, con este mensaje:


Los dignatarios de Judá se enteraron de todo, se trasladaron del palacio real al Templo del Señor y se sentaron en el tribunal de la Puerta Nueva.


Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías para que no lo entregaran en manos del pueblo y le dieran muerte.


La envió a Nabucodonosor, rey de Babilonia, por medio de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de Jelcías, mensajeros de Sedecías, rey de Judá. Decía lo siguiente:


Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Jigdalías, el hombre de Dios, la sala que está junto al salón de los dignatarios y encima de la sala de Maasías, hijo de Salún, el portero.


Miqueas, hijo de Guemarías y nieto de Safán, oyó todas las palabras del Señor que habían sido leídas.


Elnatán, Delaías y Guemarías habían insistido al rey pidiéndole que no quemara el rollo, pero no les había hecho caso.


Así que vete tú y lee en el rollo las palabras del Señor que te he dictado. Las lees en presencia de la gente que esté celebrando una jornada de ayuno en el Templo del Señor y de la que haya venido de las ciudades de Judá.


Baruc, hijo de Nerías, hizo lo que el profeta Jeremías le había mandado: leyó en el Templo del Señor las palabras escritas en el libro.


Es Baruc, hijo de Nerías, quien te incita contra nosotros para que nos entregues en manos de los caldeos y nos maten o nos lleven cautivos a Babilonia.


Apresó también en la ciudad a un alto funcionario que estaba al frente de la tropa, a siete miembros del consejo real, que se habían quedado en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado de reclutar a la gente del país, y a sesenta miembros de esa gente del país que se encontraban en la ciudad.


Con el vestíbulo del pórtico comunicaba una sala, donde se lavaban las víctimas de los holocaustos.


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