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Jeremías 33:9 - La Palabra (versión española)

9 Y la ciudad será objeto de alegría, de alabanza y de honor para todas las naciones que escuchen los beneficios que le voy a conceder; y se estremecerán y se conmoverán a la vista de los beneficios y el bienestar que le voy a proporcionar.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 ¡Entonces esta ciudad me traerá gozo, gloria y honra ante todas las naciones de la tierra! ¡Ellas verán todo el bien que hago a mi pueblo y temblarán de asombro al ver la paz y prosperidad que le doy!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Y Jerusalén será para mí motivo de alegría, de honor y de gloria ante todas las naciones de la tierra. El mundo entero, al oír todo el bien que voy a hacer a los míos, se asustará y temblará de tanta felicidad y paz que les concederé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y esta ciudad° me será un nombre de regocijo, de alabanza y de gloria delante de todas las naciones de la tierra, las cuales oirán de todo el bien que Yo le haré, y temerán y temblarán a causa de todo el bien y de toda la prosperidad que le voy a conceder.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y esto será para mí renombre, gozo, alabanza y gloria en todas las naciones de la tierra que oigan el bien que voy a hacerles, y así teman y se estremezcan ante todo el bien y ante toda la paz que voy a procurarles.

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Jeremías 33:9
40 Referans Kwoze  

Un pánico sagrado invadió a todos los reinos vecinos al enterarse de que el Señor luchaba contra los enemigos de Israel.


Al enterarse nuestros enemigos y las gentes de nuestro alrededor, se llenaron de temor y reconocieron que esta obra se había realizado gracias a nuestro Dios.


En cada provincia y en cada ciudad, a medida que iba llegando el decreto real, los judíos se llenaban de alegría y felicidad, y celebraban fiestas y banquetes. Muchos habitantes del país se hicieron judíos por miedo a ellos.


Pero eres un Dios perdonador y eres por ello venerado.


Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; cuantos lo ven, lo veneran y confían en el Señor.


este pueblo que formé para mí; él proclamará mi alabanza.


En lugar de espinos crecerán cipreses, en lugar de ortigas brotarán los mirtos. Y servirá de renombre al Señor, de señal indestructible y eterna.


Entonces lo verás radiante, tu corazón se ensanchará maravillado, pues volcarán sobre ti las riquezas del mar, te traerán el patrimonio de los pueblos.


Por amor de Sion no callaré, no descansaré por Jerusalén, hasta que irradie su justicia como luz y arda como antorcha su salvación.


Los llamarán «Pueblo del Santo», les dirán «Rescatados del Señor», y a ti te llamarán «Anhelada», te dirán «Ciudad no abandonada».


Ya no te llamarán «Abandonada», ni dirán a tu tierra «Desolada», pues te llamarán «Querida mía», dirán a tu tierra «Desposada»; pues el Señor te quiere a ti y tu tierra tendrá ya marido.


no deis descanso al Señor hasta que la consolide, hasta que haga de Jerusalén tema de alabanza en la tierra.


cuando hagas prodigios inesperados y, al bajar, los montes se fundan ante ti.


Pues lo mismo que el cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así hice yo que Israel y Judá se ajustaran a mí —oráculo del Señor—, de modo que fueran mi pueblo y mi renombre, mi gloria y mi honor. Pero no me escucharon.


Señor, fuerza y fortaleza mías, mi amparo cuando llega el peligro. A ti acudirán los paganos de todos los rincones de la tierra diciendo: «Solo mentira es el legado de nuestros antepasados: pura nadería, inutilidad completa».


Los miraré con benevolencia y los haré volver a esta tierra; los construiré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.


haré con este Templo lo mismo que hice con Siló, y convertiré esta ciudad en fórmula de maldición para todas las naciones de la tierra.


Este es el texto de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén a los desterrados: a los ancianos, sacerdotes y profetas, y a toda la gente que Nabucodonosor había deportado de Jerusalén a Babilonia.


Por aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono del Señor», y se congregarán en ella todas las naciones (en el nombre del Señor y en el de Jerusalén); y ya no seguirán a su obstinado y perverso corazón.


Yo había pensado: Voy a contarte entre mis hijos, te daré una tierra deliciosa, la heredad más hermosa de las naciones. Pensaba que me llamarías «Padre», que no te apartarías de mí.


Saciaré a los sacerdotes con la parte mejor de las ofrendas, mi pueblo se hartará de mis dones —oráculo del Señor—.


te reconstruiré y quedarás reconstruida, doncella capital de Israel; volverás a adornarte con panderos, a danzar en plan de fiesta.


Pues así dice el Señor: Del mismo modo que traje contra este pueblo esa gran calamidad, ahora voy a traerles todos los bienes que les estoy prometiendo.


Ya llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré lo que anuncié sobre Israel y Judá.


Si juras sinceramente «por vida del Señor», con derecho y con justicia, las naciones se bendecirán, se alabarán entre sí en el nombre del Señor.


Además me irritáis con vuestras obras, pues quemáis ofrendas de incienso a dioses extraños en el país de Egipto, al que habéis venido a vivir como forasteros; de esa forma vosotros mismos seréis exterminados y os convertiréis en maldición e ignominia para todas las naciones de la tierra.


¡Ay, cómo ha sido abandonada una ciudad tan famosa, la villa que era mi alegría!


te haré bajar a la fosa con los muertos, con la gente de antaño; te daré una morada en el mundo subterráneo, entre ruinas perpetuas, junto con los que han muerto, para que no vuelvas a habitar la tierra de los vivos.


Y la gente dirá: Aquella tierra devastada se ha convertido en un jardín de Edén, y las ciudades arruinadas, devastadas y demolidas se han transformado en fortalezas habitadas.


Toda la gente del país tomará parte en el enterramiento, y redundará en su honor el día en que yo aparezca en mi gloria —oráculo del Señor Dios—.


Luego, buscarán de nuevo al Señor Dios y a David, su rey, y acudirán respetuosos al Señor y a sus bienes por siempre.


Y proclama también: «Esto dice el Señor del universo: Mis ciudades rebosarán bienestar, el Señor colmará de nuevo a Sion de consuelo y Jerusalén podrá aún ser elegida».


—Voy a convertir a Jerusalén en copa embriagadora para todas las naciones de su entorno; y lo mismo sucederá con todo Judá cuando Jerusalén sea sitiada.


Y te hará volver a la tierra que perteneció a tus padres y volverás a poseerla; te hará prosperar y te multiplicará más que a tus antepasados.


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