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Jeremías 32:9 - La Palabra (versión española)

9 Así que compré el campo de Anatot a mi primo. El dinero que pesé ascendía a diecisiete siclos de plata.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Así que compré el terreno en Anatot pagándole a Hanameel diecisiete piezas de plata.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 compré ese campo a mi primo Hanamel de Anatot y le pagué como precio diecisiete siclos de plata.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Compré pues de Hanameel, hijo de mi tío, la heredad que estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 así que compré el campo de Anatot a Janamel, hijo de mi tío, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

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Jeremías 32:9
11 Referans Kwoze  

Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba unos seis gramos, y dos brazaletes de oro que pesaban algo más de cien gramos para las muñecas de la muchacha,


y cuando los mercaderes madianitas pasaron por allí, sacaron a José del aljibe y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte siclos de plata. Así fue como se llevaron a José a Egipto.


Cuando pasó el rey, el profeta le dijo a voces: —Cuando tu servidor estaba en el fragor de la batalla, un hombre se acercó y me entregó un prisionero, encargándome: «Vigila a este hombre y, como llegue a escapar, lo pagarás con tu vida o con un talento de plata».


Todo lo contrario de los gobernadores que me precedieron y que abrumaron al pueblo cobrándole más de cuarenta siclos cada día por el pan y el vino, además de que sus servidores tiranizaban al pueblo. Yo no actué de esa manera por respeto a Dios.


Por lo tanto, si al rey le parece bien, emita un decreto para exterminarlos, y yo contribuiré con diez mil talentos de plata a la hacienda real para realizar esta labor.


Si el toro acornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del toro pagará treinta monedas de plata al amo del esclavo o de la esclava, y el animal morirá apedreado.


¿Por qué gastáis en lo que no es comida? ¿Por qué os fatigáis en lo que no sacia? Escuchadme atentos y comeréis bien, Saborearéis manjares deliciosos;


Comerás tu alimento tasado: veinte siclos por día; y lo comerás a una hora determinada.


La compré, en efecto, por quince siclos de plata y una medida y media de cebada.


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