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Jeremías 32:34 - La Palabra (versión española)

34 Metieron sus ídolos abominables en el Templo que lleva mi nombre, profanándolo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Levantaron sus ídolos abominables justo en mi propio templo, y así lo profanaron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Han instalado sus ídolos hasta en la Casa sobre la cual descansa mi Nombre, para ensuciarla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Antes emplazaron sus abominaciones en la Casa en la cual es invocado mi Nombre, y la profanaron.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Pusieron sus abominaciones en el templo sobre el cual se invoca mi nombre, profanándolo,

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Jeremías 32:34
15 Referans Kwoze  

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jefsibá.


Sacó del Templo la columna sagrada, la llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó allí hasta reducirla a cenizas, que luego tiró a la fosa común.


Retiró del Templo los dioses extranjeros y el ídolo, así como todos los altares que había levantado en el monte del Templo y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad.


Igualmente, todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando las perversiones de otras naciones, y profanaron el Templo que el Señor había santificado en Jerusalén.


Porque me abandonaron, desnaturalizaron este lugar y ofrecieron incienso en él a dioses extranjeros, que ni ellos ni sus antepasados conocían, y los reyes de Judá llenaron este lugar de sangre inocente.


Hasta profetas y sacerdotes son impíos, hasta en mi Templo encuentro su maldad —oráculo del Señor—.


Tus amantes te olvidaron, ya no andarán tras de ti. Te herí por medio del enemigo (sin duda un escarmiento cruel), a causa de tus muchas culpas, de la gran cantidad de tus pecados.


Ahora os habíais convertido y habíais hecho lo que considero justo: proclamar una remisión entre vosotros sellando un pacto en mi presencia, en el Templo que lleva mi nombre.


Os envié continuamente a mis siervos los profetas para que os dijeran: «No cometáis esas abominaciones que tanto odio».


¿y venís después a poneros ante mí, en este Templo que lleva mi nombre, diciendo «Estamos a salvo», para seguir cometiendo todas esas abominaciones?


En efecto, la gente de Judá hizo lo que me parece mal —oráculo del Señor—: instalaron ídolos en el Templo que lleva mi nombre, y lo contaminaron;


construyeron recintos sagrados en el Tófet, que está en el valle de Ben Hinón, para quemar allí a sus hijos e hijas, algo que no les mandé hacer y que ni siquiera me pasó por la imaginación.


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