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Jeremías 30:5 - La Palabra (versión española)

5 Así dice el Señor: Se oyen gritos de terror, de miedo, pues ya no hay paz;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Esto dice el Señor: «Oigo gritos de temor; hay terror y no hay paz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Esto dice Yavé: He oído un grito de terror, de pánico, no de paz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Así dice YHVH: ¡Gritos de terror hemos oído, De espanto y no de paz!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Así dice Yahveh: 'Oigo gritos de terror, de temor, y no de paz.

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Jeremías 30:5
22 Referans Kwoze  

Bramará aquel día contra él lo mismo que brama el mar. La tierra aparecerá cubierta de densa niebla, la luz se oscurecerá metida entre nubarrones.


Todos gruñimos como osos, zureamos igual que palomas. Esperábamos derecho, ¡y nada!, salvación, y la tenemos lejos.


Por todas las dunas de la estepa van llegando depredadores, la espada del Señor devora el país de punta a cabo, nadie puede vivir en paz.


Ya se oye el grito de los pastores, el llanto de los mayorales del ganado, pues el Señor destruye sus pastos.


Estas son las palabras que dirigió el Señor sobre Israel y Judá:


¿Qué es lo que veo? Están aterrados, dan marcha atrás; sus soldados derrotados se han dado a la fuga, no vuelven la cara, los rodea el pavor —oráculo del Señor—.


Así dice el Señor: Mirad, viene un pueblo de tierras del norte, una nación poderosa del extremo de la tierra,


Capital de mi pueblo, vístete de sayal y revuélcate en el polvo; haz duelo y llora amargamente como por un hijo único, pues de improviso nos llegará el devastador.


Desde Dan se puede oír resoplar a sus caballos, relinchar a sus corceles: la tierra se estremece. Llegan devorando la tierra y cuanto contiene, las ciudades y todos sus habitantes.


«¿No está el Señor en Sion? ¿No está su rey en ella?». «¿Por qué me irritaron con sus ídolos, con esas naderías extranjeras?».


Oíd, mujeres, la palabra del Señor, escuchen vuestros oídos la palabra de su boca. Enseñad una endecha a vuestras hijas, cada una a su amiga esta elegía:


Convertiré en duelo vuestras fiestas, en lamentaciones vuestros cánticos. Haré que todos os vistáis de sayal y tengáis que raparos la cabeza. Será como llanto por el hijo único con un final preñado de amargura.


Se burlan de los reyes, se mofan de los gobernantes; se ríen de cualquier fortaleza: levantan un terraplén y al punto la conquistan.


Pongo en pie de guerra a los caldeos, pueblo cruel e impetuoso, que merodea por toda la tierra para adueñarse de territorios ajenos.


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