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Jeremías 22:21 - La Palabra (versión española)

21 Te hablé cuando vivías tranquila, y dijiste: «No pienso escuchar». Esta es tu conducta desde joven: no escuchar lo que te digo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Te lo advertí cuando eras próspero, pero respondiste: “¡No me fastidies!”. Has sido así desde tu niñez; ¡nunca me obedeces!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Te hablé cuando te sonreía la fortuna y dijiste: 'No tengo ganas de oír. Te has acostumbrado desde tu juventud a no escuchar mi voz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 En tu gran prosperidad te hablé, Pero dijiste: No escucharé. Éste ha sido tu camino desde tu juventud: Nunca escuchaste mi voz.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Te hablé cuando vivías tranquila. Dijiste: 'No quiero oír'. Éste es tu proceder desde tu juventud: nunca has escuchado mi voz.

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Jeremías 22:21
35 Referans Kwoze  

El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso.


Desde mi juventud fueron muchos mis rivales, —Israel es testigo—;


no sea que, si estoy saciado, reniegue de ti y diga: «¿Quién es el Señor?»; y si estoy necesitado, me dedique a robar y a ofender así el nombre de mi Dios.


Ni lo oíste mencionar ni lo sabías, pues no estaba aún abierto tu oído bien sé yo lo pérfido que eres, rebelde te llaman desde el seno materno.


Este pueblo canalla que se niega a escuchar mis palabras, que sigue la maldad de su mente retorcida, que va tras dioses extraños dándoles culto y adorándolos, acabará como este cinturón que no sirve para nada.


—Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a traer sobre esta ciudad y todas sus aldeas todas las desgracias que he anunciado, pues se han vuelto más tercos y no quieren escuchar mis palabras.


No dejes tus pies descalzos, no permitas que se seque tu garganta. Pero dices: «Eso sí que no. Estoy enamorada de extranjeros y pienso caminar tras ellos».


Los de esta generación, prestad atención a la palabra del Señor. ¿Soy un desierto para Israel, quizá una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: «Nos vamos, no pensamos volver ya a ti»?


—Desde el año décimo tercero de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el día de hoy (veintitrés años en total) he recibido la palabra del Señor y os la he comunicado día tras día, pero no habéis escuchado.


También el Señor os ha enviado puntualmente a sus siervos los profetas, pero no escuchasteis ni os esforzasteis por escuchar.


Pero, para vuestra desgracia, no me escuchasteis —oráculo del Señor— y seguisteis irritándome con vuestras obras.


Por eso, así dice el Señor del universo: Por no haber escuchado mis palabras,


La ignominia ha devorado, ya desde que éramos jóvenes, los logros de nuestros antepasados: sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas.


¡Acostémonos en nuestra vergüenza, cubrámonos con nuestra deshonra! Desde que éramos jóvenes hasta hoy, nosotros, lo mismo que nuestros antepasados, hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios, nos hemos negado a obedecerlo».


Porque los israelitas y los judíos hacen desde su juventud lo que me parece mal, me han irritado con sus obras —oráculo del Señor—.


Os envié una y otra vez a mis siervos los profetas con este mensaje: «Que cada cual abandone su mala conducta y mejore sus acciones, y no vayáis tras dioses extranjeros para darles culto, de ese modo habitaréis la tierra que os di a vosotros y a vuestros antepasados». Pero no prestasteis atención ni me hicisteis caso.


Moab ha vivido tranquila desde joven, como vino dejado en reposo; no la trasvasaron de vasija a vasija, nunca tuvo que partir al destierro; por eso conserva su sabor y nunca ha perdido su aroma.


Esto es lo que ha dicho el Señor: Paraos en los caminos y observad, preguntad por las sendas de antaño, por el buen camino: andad por él y así encontraréis reposo. Pero dijeron: «No iremos».


Pero Israel se rebeló contra mí en el desierto: no se condujeron conforme a mis normas y despreciaron mis preceptos, que dan vida a la persona que los cumple; profanaron mis sábados todo lo que quisieron. Pensé entonces derramar mi cólera sobre ellos en el desierto, hasta exterminarlos.


Pero también los hijos se rebelaron contra mí: no se condujeron conforme a mis normas, no observaron ni pusieron en práctica mis preceptos, que dan vida a la persona que los cumple, y profanaron mis sábados. Pensé entonces derramar mi cólera sobre ellos y desahogar mi ira contra ellos en el desierto.


Los conduje a la tierra que juré solemnemente darles, pero, en cuanto vieron colinas elevadas y árboles frondosos, empezaron a ofrecer allí sus sacrificios, a presentar dones irritantes, a depositar ofrendas de aroma que aplaca y a hacer sus libaciones.


Pero se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme; no se desprendieron de los dioses falsos que los seducían ni prescindieron de los ídolos de Egipto. Pensé entonces derramar mi cólera sobre ellos y desahogar mi ira contra ellos en pleno territorio egipcio.


No ha escuchado la voz ni ha admitido la corrección; no ha confiado en el Señor ni se ha acercado a su Dios.


Además, ¿no eran esas las palabras que el Señor pronunció por medio de los más antiguos profetas, cuando Jerusalén y las ciudades de su entorno estaban habitadas y vivían en paz, y cuando el Négueb y la Sefela estaban también habitados?


pues sé que eres rebelde y obstinado. Si hoy, que aún estoy con vosotros, sois rebeldes al Señor, ¡cuánto más lo seréis cuando ya no esté!


¡Desde que os conozco, habéis sido rebeldes al Señor!


Recuerda esto y nunca olvides cómo encendiste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta que llegaste a este lugar no habéis dejado de rebelaros contra el Señor.


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