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Jeremías 22:10 - La Palabra (versión española)

10 No lloréis ni os lamentéis por un muerto, llorad, llorad por el que se va, porque ya no volverá ni verá la tierra que lo vio nacer.

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Biblia Reina Valera 1960

10 No lloréis al muerto, ni de él os condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 No lloren por el rey muerto ni lamenten su pérdida. ¡En cambio, lloren por el rey cautivo que se llevan al exilio, porque nunca más volverá para ver su tierra natal!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 No lloren al que murió ni estén apenados por él. Lloren, más bien, por el que se va, pues no volverá más ni jamás verá su país natal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 No lloréis al muerto, ni os lamentéis por él; Llorad con amargura por el que parte,° Porque no volverá a ver jamás su tierra natal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 No lloréis por el muerto, ni tengáis pena por él. Llorad más bien por el que se va, porque no volverá más a ver el país en que nació.

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Jeremías 22:10
19 Referans Kwoze  

Por eso, cuando yo te reúna con tus antepasados, te enterrarán en paz y no llegarás a ver toda la desgracia que voy a traer sobre este lugar». Entonces los enviados llevaron la respuesta al rey.


Durante su reinado, el faraón Necó, rey de Egipto, subió para ayudar al rey de Asiria junto al río Éufrates, y Josías le salió al paso. Pero cuando se encontraron en Meguido, Necó lo mató.


y nombró rey de Judá y Jerusalén a su hermano Eliaquín, cambiando su nombre por el de Joaquín. Luego Necó llevó cautivo a Egipto a su hermano Joacaz.


Y estimé a los que ya habían muerto más afortunados que los que aún vivían;


Desaparece el honrado sin que nadie lo perciba; los fieles son eliminados sin que nadie se dé cuenta. Aunque sucumba ante el mal, el justo


nadie partirá el pan del duelo para consolar a los que lloran a los muertos, ni les darán a beber la copa del consuelo por su padre o por su madre.


Pues así dice el Señor a Salún, que sucedió a su padre Josías, rey de Judá: El que salió de este lugar ya no volverá a él.


Por eso, así dice el Señor a Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: Nadie hará duelo por él: «¡Ay hermano! ¡Ay hermana!». Nadie hará duelo por él: «¡Ay Señor! ¡Ay Majestad!».


Y no volverán a la tierra por la que suspiran volver.


También les dirás: «Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Bebed, emborrachaos, vomitad y caed para no levantaros ante la espada que voy a lanzar en medio de vosotros».


Y haré volver también a este lugar a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a toda la gente de Judá deportada a Babilonia —oráculo del Señor—, pues haré pedazos el yugo del rey de Babilonia.


Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Del mismo modo que se derramaron mi ira y mi cólera sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi cólera sobre vosotros cuando vayáis a Egipto. Os convertiréis en maldición y espanto, en objeto de execración e ignominia; y no volveréis a ver este lugar.


y de los supervivientes de Judá que vinieron a Egipto a residir como forasteros, no quedará uno con vida, nadie podrá ponerse a salvo. Tampoco podrán regresar a Judá, a pesar de que ansían ardientemente volver para instalarse allí. [Solo algunos fugitivos conseguirán volver].


Mejor le fue al caído en guerra que a las víctimas del hambre: extenuadas se consumen por carencia de alimentos.


—Hijo de hombre, voy a quitarte de repente la delicia de tus ojos. Pero no harás duelo ni llorarás, ni derramarás una sola lágrima.


Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad, más bien, por vosotras mismas y por vuestros hijos.


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