Jeremías 2:32 - La Palabra (versión española)

³² ¿Se olvida una joven de sus joyas? ¿Una novia, de sus atavíos? Pues hace infinidad de tiempo que mi pueblo se ha olvidado de mí.

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

³² ¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

Biblia Nueva Traducción Viviente

³² ¿Se olvida una joven de sus joyas, o una recién casada de su vestido de bodas? Sin embargo, año tras año, mi pueblo se ha olvidado de mí.

Biblia Católica (Latinoamericana)

³² ¿Puede una joven olvidarse de sus adornos o una novia de su cinturón? Y, sin embargo, mi pueblo me ha olvidado, hace ya mucho tiempo.

La Biblia Textual 3a Edicion

³² ¿Olvida acaso la doncella° su ornamento, O la novia su ajuar? Pues mi pueblo me ha olvidado un sinnúmero de días.

Biblia Serafín de Ausejo 1975

³² ¿Olvida una joven sus adornos, una novia su cinturón? Pues mi pueblo me ha olvidado innumerables días.

Jeremías 2:32 Referans Kwoze

Génesis 24:22

Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba unos seis gramos, y dos brazaletes de oro que pesaban algo más de cien gramos para las muñecas de la muchacha,

Génesis 24:53

Después sacó joyas de oro y plata, además de vestidos, y se lo dio todo a Rebeca. Y también entregó regalos a su hermano y a su madre.

2 Samuel 1:24

Mujeres israelitas, llorad por Saúl, que os vistió de púrpura y de joyas, que adornó con oro vuestros mantos.

Salmos 106:21

Olvidaron a Dios salvador suyo, el que hizo cosas grandes en Egipto,

Salmos 9:17

¡Que vuelvan al reino de los muertos los malvados, todos los paganos que se olvidan de Dios!

Isaías 17:10

Pues olvidaste a tu Dios salvador, no te acordaste de tu Roca inexpugnable. Y plantabas parterres exóticos, injertabas esquejes importados.

Isaías 57:11

¿Quién te preocupaba? ¿A quién temías para traicionarme? No te acordabas de mí ni me tenías presente. ¿Quizá porque siempre me callaba acabaste perdiéndome el respeto?

Isaías 61:10

Reboso de dicha en el Señor, me alegro animoso en mi Dios, que me ha puesto un vestido de fiesta, me ha envuelto en un manto de victoria, como un novio que se pone la corona, como novia que se viste sus atuendos.

Jeremías 13:10

Este pueblo canalla que se niega a escuchar mis palabras, que sigue la maldad de su mente retorcida, que va tras dioses extraños dándoles culto y adorándolos, acabará como este cinturón que no sirve para nada.

Jeremías 13:25

Esta es tu suerte, la paga medida que te tengo asignada —oráculo del Señor—, por haberte olvidado de mí y haber confiado en la mentira.

Jeremías 18:15

Pues mi pueblo me ha olvidado y ofrece incienso a una nada: tropiezan por sus caminos, por los senderos de siempre, van caminando por sendas y veredas escabrosas.

Jeremías 2:11

¿Cambia una nación de dioses? (¡Y eso que no son dioses!) Pues mi pueblo cambió su Gloria

Jeremías 2:33

¡Qué bien te preparaste el camino para ir en busca de tus amores! ¡Qué bien te has acostumbrado a los caminos del mal!

Jeremías 23:27

Con los sueños que se cuentan entre sí, tratan de que mi pueblo me olvide, como me olvidaron sus antepasados por Baal.

Jeremías 3:21

Se escuchan voces por las dunas, el llanto suplicante de Israel, porque han equivocado su camino, han olvidado al Señor, su Dios.

Ezequiel 22:12

En ti se aceptan sobornos, que acaban en asesinatos; practicas la usura y el interés; te aprovechas de tu prójimo practicando la violencia. Y así te has olvidado de mí —oráculo del Señor Dios.

Oseas 8:14

Olvidó Israel a su Creador y se ha construido palacios. También Judá ha multiplicado sus ciudades fortificadas, pero yo enviaré a esas ciudades un fuego que devorará sus baluartes.

Deuteronomio 32:15

Pero engordó Jesurún y se sacudió la carga. ¡Sí, engordaste, te pusiste rollizo te hiciste corpulento! Abandonó al Dios que lo creó, y despreció a su Roca salvadora.

Apocalipsis 21:2

Vi también bajar del cielo la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Venía de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo.

Jueces 8:34

Los israelitas se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de la mano de todos los enemigos de alrededor.