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Jeremías 18:8 - La Palabra (versión española)

8 pero resulta que ese pueblo se convierte de su maldad, entonces también yo me arrepentiré del mal que había decidido hacerle.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 pero luego esa nación renuncia a sus malos caminos, no la destruiré como lo había planeado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Mas ellos cambian su proceder, dejando la maldad que yo denunciaba. Entonces, yo también cambio mis proyectos y ya no les quiero causar ningún mal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 y esa nación contra la que he hablado se convierte de su maldad, Yo desistiré del mal que había pensado hacerle;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 pero si esta nación contra la cual yo había hablado se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que había planeado hacerle.

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Jeremías 18:8
32 Referans Kwoze  

Los jefes de Israel y el rey reconocieron humildemente: —El Señor tiene razón.


y recordó su alianza con ellos; por su inmenso amor se compadeció,


Porque el Señor hace justicia a su pueblo, se compadece de sus siervos.


Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? ¡Apiádate de tus siervos!


¿Acaso vas a permitir que los egipcios digan: «Con malos fines los sacó Dios; lo hizo para matarlos en las montañas y borrarlos de la faz de la tierra»? No te dejes llevar por la ira y renuncia al castigo que pensabas para tu pueblo.


Entonces el Señor renunció a aplicar el castigo con que había amenazado a su pueblo.


Y si, igual que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora en serio a jurar por mi nombre diciendo: «Por vida del Señor» según tiene costumbre mi pueblo, entonces vivirán entre mi pueblo.


Fuiste tú quien me rechazaste —oráculo del Señor—, tú quien me diste la espalda; por eso alargué mi mano para aniquilarte, cansado ya de compadecerte.


En consecuencia, mejorad vuestra conducta y vuestras acciones, y haced caso a lo que dice el Señor, vuestro Dios; solo así se arrepentirá del mal que había anunciado contra vosotros.


¿Lo condenaron a muerte Ezequías, rey de Judá, y los propios judíos? ¿No sintieron más bien respeto por el Señor y lo aplacaron? De ese modo, el Señor se arrepintió del mal que había previsto hacerles. Nosotros, en cambio, nos estamos acarreando una terrible desgracia.


A lo mejor escuchan, se convierten de su mala conducta y me arrepiento del mal que estoy pensando hacerles, por la maldad de sus acciones.


Quizá escuche Judá todas las desgracias que he pensado enviarles, de modo que cada cual abandone su mala conducta y yo les perdone sus culpas y pecados.


Si os instaláis en esta tierra, os construiré y no os destruiré, os plantaré y no os arrancaré, pues me arrepiento del daño que os he hecho.


Pero si el malvado se aparta de todos los pecados que cometió, observa todas mis normas y practica el derecho y la justicia, seguro que vivirá; no morirá.


Tú les dirás: Juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que no me complace la muerte del malvado; solo quiero que cambie de conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra malvada conducta. ¿Por qué tenéis que morir, pueblo de Israel?


Hijo de hombre, di a tus compatriotas: La justicia del justo no lo salvará cuando peque, y la maldad del malvado no le hará sucumbir cuando se aparte de su maldad. Si el justo peca, no podrá vivir apelando a su justicia.


Supongamos que digo al justo: «Vivirás»; si él, confiando en que es justo, comete una injusticia, no se le tendrán en cuenta todas sus obras justas, sino que morirá por la injusticia que cometió.


Y si digo al malvado: «Eres reo de muerte», pero se arrepiente de sus pecados y comienza a practicar el derecho y la justicia:


¿Cómo te trataré, Efraín? ¿Acaso te abandonaré, Israel? ¿Te trataré como traté a Adamá o haré contigo como con Seboín? Mi corazón está conturbado y mis entrañas se conmueven.


Detestad el mal y amad el bien; implantad el derecho en el tribunal y quizá el Señor, Dios del universo, tenga compasión del resto de José.


y oró al Señor con estas palabras: —¡Oh, Señor! ¿Acaso no era esto lo que yo me decía mientras estaba en mi tierra? Por esto me apresuré a huir hacia Tarsis, porque yo sabía que tú eres un Dios benévolo y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor; yo sabía que te retractas del castigo.


El Señor saldrá en defensa de su pueblo cuando lo vea desfallecer; se compadecerá de sus siervos cuando ya no queden ni esclavos ni libres.


Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor asistía al juez y, mientras este vivía, estaban a salvo de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían.


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