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Jeremías 18:21 - La Palabra (versión española)

21 Entrega, pues, sus hijos al hambre, que queden a merced de la espada, viudas y sin hijos sus mujeres, sus hombres heridos de muerte, sus jóvenes caídos en combate, traspasados por la espada.

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Biblia Reina Valera 1960

21 Por tanto, entrega sus hijos a hambre, dispérsalos por medio de la espada, y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 ¡Así que deja que sus hijos se mueran de hambre! ¡Deja que mueran a espada! Que sus esposas se conviertan en viudas, sin hijos. ¡Que sus ancianos se mueran por una plaga y que sus jóvenes sean muertos en batalla!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 ¡Entrega, pues, sus hijos al hambre, déjalos a merced de la espada! Que sus mujeres se queden sin hijos ni maridos. ¡Que sus esposos sean muertos por la peste y sus jóvenes atravesados por la espada en la guerra!

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Ahora entrega sus hijos al hambre, Y arrójalos al poder de la espada; Queden sus mujeres viudas y sin hijos, Mueran de peste sus varones, Y sus jóvenes sean heridos a espada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Por eso, entrega sus hijos al hambre, y vuélcalos en manos de la espada. ¡Sean sus mujeres privadas de hijos y viudas! ¡Sean sus maridos muertos por la peste! ¡Sean sus jóvenes heridos por la espada en la batalla!

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Jeremías 18:21
27 Referans Kwoze  

Entonces envió contra ellos al rey de los caldeos que mató a filo de espada a sus jóvenes en su santuario, sin tener compasión de jóvenes o doncellas, de mayores o ancianos; a todos los entregó en sus manos.


quedarán a merced de la espada, serán presa de chacales.


Y el rey se alegrará en Dios, se gozará quien juró por él y enmudecerán los mentirosos.


Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, al necesitado que vive contigo, no te comportes con él como un usurero; no le exijas intereses.


sus arcos acribillan a los jóvenes, no se apiadan del fruto del vientre, miran sin compasión a los niños.


Por eso, el Señor no hará caso de los jóvenes, tampoco se apiadará de huérfanos y viudas, pues todos son impíos y malvados, toda boca profiere necedades. Con todo, su cólera persiste, su mano sigue amenazante.


La maldad arde como fuego que devora zarzas y cardos, se ceba en la fronda del bosque, y se alzan remolinos de humo.


Tú, Señor, me conoces y me ves, has examinado mi actitud hacia ti. Ponlos aparte como ovejas destinadas al matadero, sepáralos para el día de la matanza.


Y el pueblo a quien profetizan yacerá tirado por las calles de Jerusalén, víctima del hambre y de la espada. Y nadie los enterrará: ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Haré que recaigan sobre ellos sus maldades.


Los aventé con el bieldo por las ciudades del país; dejé a mi pueblo sin hijos, lo destruí por completo, pero no cambiaron de conducta.


Aumenté el número de sus viudas más que las arenas del mar; contra las madres con hijos jóvenes traje devastadores en pleno mediodía; precipité sobre ellas de repente pánico y turbación.


caerán sus jóvenes en las calles, sus guerreros serán abatidos aquel día —oráculo del Señor.


Habla: Así dice el Señor: Quedarán tendidos los cadáveres como estiércol por todo el campo, como espigas que deja el segador y nadie se molesta en recoger.


Desbarató a mis valientes mi Dios en medio de mí; llamó contra mí un ejército para acabar con mis jóvenes. ¡Mi Dios pisó en el lagar a la virgen de Judá!


Somos huérfanos de padre y son viudas nuestras madres.


Te aplicaré el castigo de las adúlteras y de las homicidas, descargaré sobre ti el furor que me provocan los celos.


Los príncipes que residen en ella son como un león rugiente que desgarra su presa. Han eliminado gente, se han apropiado de haciendas y riquezas, han hecho aumentar el número de viudas que la habitan.


Desencadené sobre vosotros una peste como la que desencadené sobre Egipto; pasé a filo de espada a vuestros jóvenes; me llevé como botín vuestros caballos y el hedor de los cadáveres inundó vuestros campamentos; pero seguís sin convertiros a mí, —oráculo del Señor.


En la calle caerán sus hijos a filo de espada, y en sus casas reinará el espanto; perecerán el muchacho y la muchacha, el anciano y el niño de pecho.


Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo. El Señor se lo pagará conforme a lo que ha hecho.


Pero Samuel le dijo: —Así como tu espada dejó a muchas madres sin hijos, ahora tu madre quedará privada de hijos, igual que ellas. Y Samuel descuartizó a Agag ante el Señor en Guilgal.


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