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Isaías 9:18 - La Palabra (versión española)

18 La ira del Señor del universo abrasa al país, el pueblo se convierte en pasto de las llamas. Nadie se compadece de su prójimo,

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Biblia Reina Valera 1960

18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Esa perversidad es como un incendio de maleza que no solo quema las zarzas y los espinos, sino que también hace arder los bosques. Su fuego hace subir nubes de humo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 El enojo de Yavé de los Ejércitos ha sacudido el país y el pueblo ha sido pasto de las llamas. Nadie se compadece de su hermano, cada uno se come la carne de su vecino.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 ¡Sí!, la maldad arderá como fuego, Devorará las zarzas y los espinos, Encenderá la espesura del bosque, Y se elevará en densa humareda.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Por la ira de Yahveh Sebaot se enciende el país, el pueblo es como alimento de fuego. Nadie tiene piedad de su hermano,

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Isaías 9:18
36 Referans Kwoze  

Entonces el pueblo de Israel se dividió: la mitad del pueblo siguió a Tibní, el hijo de Guinat, para proclamarlo rey; y la otra siguió a Omrí.


Pero los malvados desaparecerán, los enemigos del Señor se extinguirán como el verdor del prado, se esfumarán como el humo.


Tú los disipas como se disipa el humo; como cera que se derrite ante el fuego, así se desvanecen los malvados ante Dios.


Como fuego que abrasa el bosque, como llama que devora las montañas,


El fuerte será la estopa y sus acciones la chispa: los dos arderán juntos sin nadie que los apague.


Vuestra tierra devastada, vuestros pueblos calcinados; veis como de vuestros campos se aprovechan extranjeros. Desolación y desastre como en Sodoma.


Señor, tu mano está alzada, pero no se fijan en ella. Que vean avergonzados tu celo por el pueblo, que un fuego devore a tus adversarios.


Se me ha pasado el enfado: aunque dé zarzas y cardos, me acerco y les prendo fuego.


Se acosará la gente entre sí, todos atacarán a su prójimo: el joven al anciano, el plebeyo al noble.


El Señor hará oír su voz majestuosa, mostrará el poder destructor de su brazo con ira, furia y llama devoradora, con tormenta, aguacero y granizo.


Lleva tiempo preparado el Tófet también para el rey: se dispuso, ancha y profunda, su pira, con leña abundante; y el soplo del Señor la encenderá, convertido en torrente de azufre.


los pueblos quedarán calcinados, quemados como cardos segados.


Temen los pecadores de Sion, un temblor paraliza a los impíos: «¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador? ¿Quién de nosotros habitará unas brasas eternas?».


Por eso, como lame el fuego la paja y la llama consume la rastrojera, así su raíz acabará podrida, su flor volará como el tamo; pues rechazaron la ley del Señor del universo, despreciaron la palabra del Santo de Israel.


En cuanto a vosotros, brasas ardientes, portadores de teas incendiarias, sed pasto de vuestro propio fuego, de las teas que habéis encendido. Todo esto es obra de mi mano, yaceréis entre tormentos.


Hasta del amigo hay que guardarse, ni siquiera en el hermano se puede confiar, pues los hermanos son suplantadores y los amigos buscan calumniaros;


Por eso serán como nube mañanera, como el rocío de madrugada que al instante se disipa; como paja que el viento arrebata de la era, o humo que sale por chimenea.


Alejaré de vosotros al enemigo del norte haré que se disperse por terrenos áridos y desolados: su vanguardia hacia el mar Oriental, hacia el Occidental su retaguardia; despedirá hedor y pestilencia, porque ha hecho cosas tremendas.


Su vanguardia es fuego consumidor, llama abrasadora su retaguardia. Antes de su paso, era el país un paraíso; después, todo es estepa desolada: nada se escapa ante él.


El Señor Dios me mostró otra visión: convocaba el Señor Dios a un juicio por fuego; [el fuego] había devorado al gran abismo y amenazaba con devorar al territorio.


La casa de Jacob será fuego, y llama la casa de José; la casa de Esaú será paja que será abrasada y consumida. No quedará ninguno vivo entre los descendientes de Esaú. Así lo ha decretado el Señor.


Embotados como están en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca, como una maraña de espinos.


¿Quién podrá hacer frente a su cólera? ¿Quién podrá resistir el ardor de su ira? Su indignación se derrama como fuego, las rocas quedan desmenuzadas ante él.


A los otros, en cambio, dirá: «¡Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles!


Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo del abismo; devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.


Pero si no produce más que cardos y espinas, es una tierra baldía, a un paso de ser maldecida, y acabará siendo pasto de las llamas.


El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre.


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