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Isaías 56:3 - La Palabra (versión española)

3 Que no diga el extranjero que se ha entregado al Señor: «El Señor me excluye de su pueblo»; y que no diga el eunuco: «Aquí estoy, como árbol seco».

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 »No permitan que los extranjeros que se comprometen con el Señor digan: “El Señor nunca dejará que yo sea parte de su pueblo”. Y no permitan que los eunucos digan: “Soy un árbol seco, sin hijos y sin futuro”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Que el extranjero, que se ha puesto al lado de Yavé, no diga: 'Con toda certeza Yavé me dejará afuera de su pueblo. Ni tampoco afirme el castrado: 'Yo no soy más que un árbol seco.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y el hijo de tierra extraña que se ha unido a YHVH, no hable diciendo: ¡De seguro YHVH me excluirá de su pueblo! Ni diga el eunuco: ¡Árbol seco soy!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Que no diga el extranjero que se ha asociado a Yahveh: 'Me separará totalmente Yahveh de su pueblo'. Que no diga el eunuco: '¡Ay! Soy un leño seco'.

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Isaías 56:3
35 Referans Kwoze  

Cuando incluso el extranjero que no pertenece a tu pueblo, Israel, venga de un país lejano, atraído por tu gran fama, tu mano fuerte y tu brazo poderoso, y llegue a orar en este Templo,


los judíos se comprometieron de manera irrevocable, ellos, sus descendientes y los prosélitos, a celebrar anualmente esos dos días, según lo dispuesto en aquel escrito y en la fecha indicada.


El Señor se apiadará de Jacob, volverá a elegir a Israel; lo hará reposar en su tierra. A ellos se unirán forasteros, agregados a la casa de Jacob.


También se llevarán a algunos de tus descendientes, que emplearán como siervos en el palacio del rey de Babilonia.


les concedo en mi Templo y mi ciudad un apellido memorable, mejor que hijos e hijas; les daré un renombre perpetuo, que nadie podrá destruir.


A los extranjeros entregados al Señor, que le rinden culto y aman su nombre, que quieren entregarse a su servicio, que observan el sábado sin profanarlo, que se aferran con fuerza a mi alianza,


Preguntarán dónde está Sion, dirigirán allá sus pasos: «Vamos a unirnos al Señor en una alianza eterna que nunca sea olvidada».


o jorobado o enano o enfermo de los ojos; o que tenga sarna, tiña o los testículos dañados.


También podréis comprar como esclavos a los hijos y familiares de los extranjeros que han nacido en vuestra tierra y viven entre vosotros; estos sí podrán ser de vuestra propiedad.


El Señor se mostrará terrible con ellos: destruirá a todos los dioses de la tierra, y será adorado en sus propios territorios por los pueblos más alejados.


Serán tus ayudantes y tendrán a su cargo el servicio de la Tienda del encuentro incluyendo todas las tareas de la Tienda; ningún extraño se mezclará con vosotros.


En cuanto a ti y tus descendientes, ejerceréis vuestro sacerdocio en todo lo relacionado con el altar y con lo que está detrás del velo. Así desempeñaréis vuestro servicio, pues os he concedido el sacerdocio como un don; y cualquier intruso que se arrogue ese derecho, será condenado a muerte.


Pedro tomó entonces la palabra y se expresó en estos términos: —Ahora comprendo verdaderamente que para Dios no existen favoritismos.


Algunos judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y lo mismo hicieron muchos griegos que rendían culto al verdadero Dios, junto con numerosas damas distinguidas.


Dicho esto, se retiró de allí y entró en casa de uno de los que, sin ser judíos, rendían culto al verdadero Dios, un tal Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga.


de ser ministro de Cristo Jesús entre las naciones, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar el evangelio de Dios, a fin de que los paganos se presenten como ofrenda agradable a Dios, consagrada por el Espíritu Santo.


En cambio, el que se une al Señor, formará con él un solo ser en la esfera del Espíritu.


estabais en el pasado privados de Cristo, sin derecho a la ciudadanía de Israel, ajenos a las alianzas portadoras de la promesa, sin esperanza y sin Dios en medio del mundo.


en el que también vosotros os vais integrando hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, casa en la que habita Dios.


sus descendientes a partir de la tercera generación sí podrán formar parte de la asamblea del Señor.


Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.


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