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Isaías 47:8 - La Palabra (versión española)

8 Pues ahora escucha, lasciva, tú que vives confiada, que dices en tu interior: «Yo sola y ninguno más; ni viuda voy a vivir ni me quedaré sin hijos».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Escucha esto, nación amante de los placeres, que vives cómodamente y te sientes segura. Tú dices: “Yo soy la única, y no hay otra. Nunca seré viuda ni perderé a mis hijos”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Ahora, escucha esto, delicada, tú que te sientes tan segura y dices: 'Yo, y nadie más; no quedaré viuda, ni perderé mis hijos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Ahora pues, escucha esto, oh mujer° lasciva, Tú, que reinabas confiadamente, y te decías: Yo y nadie más que yo. No me quedaré viuda, ni perderé a mis hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Ahora, escucha esto, voluptuosa, que te sientes tranquila en tu morada y dices en tu corazón: 'Yo, y nadie más; no me quedaré viuda, no conoceré la orfandad'.

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Isaías 47:8
36 Referans Kwoze  

cabalgaré en las crestas de las nubes y seré lo mismo que el Altísimo».


Alarmaos, satisfechas, temblad las confiadas. ¡Desvestíos, desnudaos, ceñíos la cintura!


¡En guardia, mujeres satisfechas, disponeos a oír mi voz! ¡Vosotras, muchachas confiadas, prestad oído a mis palabras!


Así dice el Señor, el que creó el cielo y es Dios, el que hizo y modeló la tierra; el que la afianzó y no la creó vacía, sino que la hizo habitable: Yo soy el Señor, no hay otro.


Yo soy el Señor, no hay otro; no hay Dios fuera de mí. Te ciño como guerrero, aunque no me conoces,


para que sepan en oriente y occidente que no hay nadie fuera de mí. Yo soy el Señor, no hay otro:


Confiabas en tu maldad y decías: «No hay nadie que me vea»; pero tu destreza y tu saber han acabado por extraviarte. Decías en tu interior: «Yo sola y nadie más»;


Vamos, atacad al pueblo que vive tranquilo y confiado, —oráculo del Señor—. Está sin puertas ni cerrojos, y además vive solitario.


Aunque lo celebréis alegres, los que habéis expoliado mi heredad; aunque saltéis como novilla en el prado y relinchéis igual que corceles,


Aunque Babilonia suba hasta el cielo y ponga su fortaleza en las alturas, enviaré contra ella a los devastadores —oráculo del Señor.


Este fue el pecado de tu hermana Sodoma y de sus ciudades: orgullo, hartura de pan y despreocupación; fue incapaz de echar una mano al pobre y al indigente.


—Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios: Tienes corazón altanero, y dices: «Yo soy un dios instalado en morada divina, allí en el corazón del mar». Pero solo eres un hombre, no Dios, aunque hayas puesto tu corazón a la altura del corazón de los dioses.


Aquel día enviaré mensajeros en navíos para sembrar el terror en Etiopía, que se cree segura; la angustia la atenazará cuando llegue el día de Egipto, que ya está cerca, como veis.


El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse.


Dejarás de estar entre las personas y vivirás en compañía de las bestias del campo. Te darán hierba, igual que a los toros; quedarás empapado por el rocío del cielo. Tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos, y los da a quien le place.


el rey iba pensando: «Esta es la gran Babilonia, construida por mí como residencia real, obra de mi poder y manifestación de mi magnificencia».


En aquel mismo momento se cumplieron en Nabucodonosor las palabras pronunciadas: dejó de vivir entre personas y empezó a comer hierba como los toros, su cuerpo quedó empapado por el rocío del cielo, los cabellos le crecieron como plumas de águila y le salieron uñas como las de las aves.


Así pues, se presentaron magos, adivinos, astrólogos y hechiceros, y les relaté mi sueño, pero no supieron dar con su interpretación.


te has rebelado contra el Señor del cielo haciendo traer las copas de su Templo para beber en ellas en compañía de tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas, al tiempo que alababas a tus dioses de plata y de oro, de bronce y de hierro, de leño y de piedra, que ni ven, ni oyen ni entienden. Además no has glorificado al Dios que tiene tu vida en sus manos y de quien depende todo lo que hagas.


Aquella misma noche, Baltasar, rey de los caldeos, fue asesinado.


Embotados como están en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca, como una maraña de espinos.


Todo por culpa de esa prostituta hermosa y atractiva, maestra en hechizos, que seducía a las naciones con su desenfrenada lujuria, a los pueblos con sus hechizos.


Es pueblo espantoso y temible; solo reconoce su derecho, no hay más supremacía que la suya.


Esto sucederá a la ciudad alegre, la que vivía confiada diciendo en su corazón: «Solo yo y nadie más». ¡Cómo ha quedado asolada, convertida en guarida de bestias! Todo el que pase junto a ella silbará y agitará su mano.


el enemigo que se alza orgulloso contra todo lo que es divino o digno de adoración, hasta el punto de llegar a suplantar a Dios y hacerse pasar a sí mismo por Dios.


Los danitas tomaron el dios que Micá se había fabricado, junto con su sacerdote, y marcharon contra Lais, pueblo pacífico y confiado. Pasaron a cuchillo a la población e incendiaron la ciudad.


Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que las gentes de allí vivían seguras, tranquilas y confiadas, al estilo de los sidonios y vieron también que no faltaba allí ningún producto de la tierra; por otra parte, estaban lejos de los sidonios y no tenían relaciones con los arameos.


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