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Isaías 37:3 - La Palabra (versión española)

3 y a comunicarle lo siguiente: —Esto dice Ezequías: «Vivimos hoy momentos de angustia, de castigo y de ignominia, como si el hijo fuera a nacer y la madre no tuviera fuerzas para alumbrarlo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a luz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 con este recado: 'Esto manda decir Ezequías: Este es un día de angustia, de castigo y de vergüenza; los niños están a punto de nacer, pero falta la fuerza para darlos a luz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y le dijeron: Así ha dicho Ezequías: ¡Hoy es un día de angustia, de castigo y de vergüenza; los hijos han llegado hasta el cuello del útero, pero no hay fuerza para parir!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Y le dijeron: 'Así habla Ezequías: hoy es día de angustia, de castigo y de oprobio, porque los hijos han llegado al cuello del útero, pero no hay fuerzas para el alumbramiento.

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Isaías 37:3
20 Referans Kwoze  

y a comunicarle lo siguiente: —Esto dice Ezequías: «Vivimos hoy momentos de angustia, de castigo y de ignominia, como si el hijo fuera a nacer y la madre no tuviera fuerzas para alumbrarlo.


Pero en medio de la adversidad volvió al Señor Dios de Israel, lo buscó y él se dejó encontrar.


Invócame en tiempo de angustia, yo te salvaré y tú me darás gloria».


Me llamará y le responderé, estaré con él en la angustia, lo libraré y lo engrandeceré;


«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como en el desierto el día de Masá,


Un día de espanto y desconcierto envía Dios, el Señor del universo: en el valle de la Visión se agrieta la muralla, gritos de angustia se elevan a los montes.


Destruirá para siempre a la muerte, el Señor Dios enjugará el llanto que cubre los rostros, barrerá la afrenta de su pueblo en toda la superficie del país. Lo ha dicho el Señor.


Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando más nos afligía tu castigo:


entonces asediaré a Ariel, habrá lloros y lamentos. Serás para mí un ariel;


Piedad, Señor, que esperamos en ti; sé nuestra fuerza cada mañana, nuestra victoria en tiempo de aprieto.


Sin tener contracciones, ya había dado a luz; antes de venirle los dolores, ha dado vida a un varón.


Si soy yo quien abre la matriz, ¿no seré quien haga dar a luz? —dice el Señor—. Y si soy quien hago dar a luz, ¿voy acaso a cerrarle el paso? —dice tu Dios—.


¡Ay! ¡Qué grande será aquel día! No habrá ninguno como él: tiempo de angustia para Jacob, pero se verá libre de ella.


Le sobrevendrán dolores de parto, pero es un hijo torpe que, para nacer, no sabe colocarse a la puerta del útero.


Me iré, volveré a mi morada, hasta que ellos me busquen, reconociendo su culpa. En su angustia me buscarán.


En el día del castigo Efraín se convertirá en ruina; lo anuncio como algo seguro a las tribus de Israel.


Yo reprendo y castigo a los que amo. Esfuérzate, pues, y cambia de conducta.


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