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Isaías 24:1 - La Palabra (versión española)

1 Mirad, el Señor ha decidido devastar y asolar la tierra; replegará su superficie, aventará a sus habitantes:

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Biblia Reina Valera 1960

1 He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Miren! El Señor está a punto de destruir la tierra y convertirla en una inmensa tierra baldía. Él devasta la superficie de la tierra y dispersa a los habitantes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Miren cómo Yavé limpia la tierra, la arrasa, trastorna su superficie, dispersa a sus habitantes:

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 He aquí, YHVH vacía° la tierra y la deja desolada, Trastorna su faz y hace esparcir a sus habitantes:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Mirad a Yahveh que despuebla la tierra, la deja yerma, cambia su faz, dispersa a sus habitantes:

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Isaías 24:1
45 Referans Kwoze  

Mediré a Jerusalén con la vara de Samaría, con el nivel de la dinastía de Ajab; y lavaré a Jerusalén como se lava un plato y luego se pone boca abajo».


Recuerda, por favor, lo que prometiste a tu siervo Moisés diciendo: «Si pecáis, os dispersaré entre los pueblos;


El Señor protege al extranjero, a la viuda y al huérfano sostiene, trastorna los planes del malvado.


por eso el cielo se estremece, se desplaza la tierra temblando, por la ira del Señor del universo, ante el día en que arderá su cólera.


Vienen de tierras lejanas, del confín del horizonte: el Señor y las armas de su ira para arrasar todo el país.


Se meterán en las grutas de las rocas, en las grietas del terreno, cuando llegue el Señor terrible, henchido de majestad, dispuesto a causar terror a la tierra.


se raja y resquebraja la tierra, se quiebra y agrieta la tierra, tiembla y retiembla la tierra.


La tierra se tambalea como un borracho, insegura, lo mismo que una choza, soportando el peso de sus faltas: caerá sin volver a levantarse.


Sola está la ciudad fortificada: no es más que una morada abandonada, olvidada lo mismo que un desierto. Allí pastan los terneros, tumbados consumen sus ramas.


¡Necios! ¿Por qué comparáis al barro y al alfarero? ¿Puede decir una obra: «mi creador no me ha hecho»? ¿Puede pensar un cacharro: «quien me modeló no entiende»?


entonces asediaré a Ariel, habrá lloros y lamentos. Serás para mí un ariel;


y cada vez que los castigue con la vara, cuando el Señor la descargue sobre ellos, se celebrará con tambores y arpas; en dura batalla los aniquilará.


Golpeaos el pecho, lamentaos por la campiña, por la fértil viña;


El país se marchita y agosta, se amustia reseco el Líbano, el Sarón parece una estepa, desmochados Basán y el Carmelo.


ni de noche ni de día se apagará, su humareda se alzará por siempre. Quedará desolada por generaciones, sin transeúntes por siempre jamás.


Que el Señor está airado con todos los pueblos, su cólera se dirige contra todos sus ejércitos; los va a exterminar y a entregar a la matanza.


Secaré montes y cerros, agostaré su verdor; de sus ríos haré un yermo, secaré sus humedales.


Pienso acabar con ella: nadie la podará ni escardará, cardos y zarzas crecerán; voy a ordenar a las nubes que no la rieguen con lluvia.


Sube un león de la espesura, se apresta un destructor de pueblos; ya está saliendo de su escondrijo para hacer de tu tierra un erial; tus ciudades serán incendiadas, todas quedarán deshabitadas.


Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, se entrevistó en secreto con Godolías en Mispá y le dijo: —He pensado ir yo mismo a matar a Ismael, hijo de Netanías. Que nadie se entere. Si te quita la vida, todos los judíos que se han reunido en torno a ti se dispersarán, y desaparecerá el resto de Judá.


Israel era oveja descarriada, siempre espantada por leones. Primero la devoró el rey de Asiria; después la despedazó Nabucodonosor, rey de Babilonia.


Nabucodonosor, rey de Babilonia, me ha comido, me ha devorado y ha dejado el plato vacío; me ha engullido como un dragón, ha llenado su vientre con lo más delicioso de mí, y después me ha vomitado.


Así dice el Señor del universo: Haced venir plañideras, buscad a las más expertas; que se den prisa en venir


Las ciudades habitadas quedarán en ruinas, y la tierra será pura desolación; así reconoceréis que yo soy el Señor.


Déjala vacía sobre las brasas, haz que se caliente a tope para que el bronce se ponga al rojo; así se desprenderá su roña y se consumirá su herrumbre.


Pues esto dice el Señor Dios: Haré de ti una desolación para que todo el país se alegre;


Haré de ti una ruina vergonzosa entre las naciones que te rodean; todos cuantos pasen lo podrán ver.


Un tercio lo quemas en una fogata, en medio de la ciudad, cuando acabe el período de asedio; toma otro tercio y ve golpeándolo con la espada en torno a la ciudad; el último tercio lo lanzas al viento, y yo lo perseguiré con la espada desenvainada;


Extenderé mi mano contra vosotros y convertiré el país en un desierto desolado: todos los poblados, desde el desierto hasta Ribla. Y reconocerán que yo soy el Señor.


Las poblaciones de todas vuestras comarcas quedarán devastadas, y los santuarios de los altos arrasados; así vuestros altares quedarán devastados y arrasados, vuestros ídolos destrozados y vuestros cipos arrancados; y no quedará huella de vuestras obras.


Llega el tiempo, el día se acerca; que no se alegre el comprador, que no esté triste el vendedor, pues el fuego de la cólera se cierne sobre ellos.


Tocan a rebato, todos se preparan, pero nadie acude a la batalla, pues el fuego de mi cólera se cierne sobre ellos.


Tiemblan ante él los montes, las colinas se estremecen; la tierra en su presencia se conmueve, el mundo y cuantos en él habitan.


¡Saquead la plata, saquead el oro! El tesoro es magnífico, los objetos preciosos incontables.


A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue el tiempo designado para estos.


Como no los encontraron, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante los magistrados, diciendo a gritos: —¡Esos individuos que han revolucionado el mundo entero, también se han presentado aquí!


El Señor te dispersará por todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí rendirás culto a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocisteis.


Me dije: Voy a destruirlos y a borrar de la tierra su recuerdo.


El Señor os dispersará entre las naciones y no quedaréis más que unos pocos en medio de esas naciones a las que el Señor os deportará.


Santiago, servidor de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a todos los miembros del pueblo de Dios dispersos por el mundo.


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