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Isaías 2:11 - La Palabra (versión española)

11 Será humillada la mirada altiva, abatida la arrogancia humana; solo el Señor será ensalzado cuando llegue aquel día:

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Biblia Reina Valera 1960

11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 El orgullo humano será rebajado, y la arrogancia humana será humillada. Solo el Señor será exaltado en aquel día de juicio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 El hombre bajará sus ojos orgullosos y su soberbia se irá al suelo; sólo Yavé será exaltado aquel día.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Los ojos altivos del hombre serán abatidos, Y la soberbia de los hombres será humillada, Y sólo YHVH será exaltado en aquel día.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Los ojos altivos del hombre serán abajados, la altanería de los humanos será abatida, y sólo Yahveh será ensalzado en aquel día.

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Isaías 2:11
61 Referans Kwoze  

Salvas al pueblo humillado y tu mirada abate a los altivos.


Porque tú salvas al pueblo humillado y abates las miradas altivas.


Tú enciendes mi lámpara, Señor, iluminas, ¡oh Dios!, mi oscuridad.


Ellos se doblegan y caen, nosotros permanecemos en pie.


«Desistid y sabed que soy Dios, que me alzo sobre las naciones, sobre todos los pueblos de la tierra».


El Señor del universo está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro baluarte. [Pausa]


Ponte en acción, juez de la tierra, da su merecido a los soberbios.


El Señor aborrece toda arrogancia, seguro que no la dejará impune.


hay gente de ojos altivos, gente cuya mirada es altanera.


Cuando termine el Señor su tarea en el monte Sion y en Jerusalén, pasará cuentas al rey de Asiria del resultado de sus planes orgullosos y castigará su mirada satisfecha y altanera.


Aquel día dirás: Te doy gracias, Señor. Estabas airado, pero desviaste tu ira y me consolaste.


Aquel día diréis: Dad gracias al Señor, invocad su nombre; contad entre los pueblos sus gestas, proclamad que su nombre es excelso.


Castigaré la malicia del mundo, los crímenes de todos los malvados; acabaré con el orgullo y la arrogancia, aplastaré la altanería del tirano.


Pero acabaste hundido en el reino de los muertos, en lo más profundo de la fosa.


Será abatida la arrogancia humana, humillada la altivez del ser humano; solo el Señor será ensalzado cuando llegue aquel día;


El Señor del universo lo decidió, decretó mancillar la arrogancia, humillando a todo señorío, a todos los señores del país.


Aquel día juzgará el Señor al ejército del cielo en el cielo y a los reyes de la tierra en la tierra.


Aquel día dirás: Aquí está nuestro Dios, esperábamos que él nos salvara. Él es el Señor, nuestra esperanza, celebremos alegres su victoria.


Aquel día entonarán este canto en tierra de Judá: «Nuestra ciudad es una fortaleza, murallas y baluartes la protegen.


Aquel día el Señor del universo será para el resto de su pueblo corona, pompa y hermoso atavío:


Aquel día los sordos oirán las palabras escritas en el libro; los ciegos podrán ya ver, libres de sus densas tinieblas.


Pero el Señor espera para apiadarse, se pone en pie para perdonaros, pues es un Dios de justicia; dichosos los que esperan en él.


Dará lluvia a la semilla que siembras en la tierra, y el grano que produzca la tierra será grueso y sustancioso. Aquel día tus rebaños pastarán en amplios prados.


¿A quién insultas e injurias? ¿Contra quién levantas tu voz, alzando altanera la mirada? ¡Contra el Santo de Israel!


Siete mujeres agarrarán a un mismo hombre; y le dirán aquel día: «Comeremos nuestro pan, vestiremos nuestra ropa, pero danos tu apellido, líbranos de nuestra afrenta».


Él convierte en nada a los príncipes y transforma en nulidad a los gobernantes:


Por eso mi pueblo reconocerá mi nombre aquel día, sabrá que soy yo el que afirma: «Aquí estoy».


¿Es mi heredad una cueva de hienas, con los buitres rondando junto a ella? ¡Reuníos, fieras del campo, venid todas a comer!


Ya está llegando el tiempo —oráculo del Señor— en que voy a pedir cuentas a todos los circuncisos:


Por eso, profetiza, hijo de hombre. Comunica lo siguiente a Gog: Esto dice el Señor Dios: Aquel día, cuando mi pueblo Israel se establezca confiado, seguro que te enterarás


y mi pasión. Afirmo, enardecido por la ira, que aquel día habrá un gran terremoto en la tierra de Israel.


Aquel día proporcionaré a Gog una tumba allí, en Israel, en el valle de Abarín (al este del mar Muerto), que quedará inutilizable cuando Gog y su ejército sean enterrados allí. Lo llamarán valle del Ejército de Gog.


Y, a partir de aquel día, Israel reconocerá que yo soy el Señor su Dios.


Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y reconozco la gloria del Rey del cielo: todas sus obras son verdaderas; todas sus formas de actuar, justas. Él tiene poder para humillar a las personas arrogantes.


Pero he aquí que voy a seducirla: la llevaré al desierto y le hablaré al corazón.


Y ese día —oráculo del Señor— me llamarás «marido mío» y nunca más «baal mío».


Te desposaré para siempre; te desposaré en justicia y en derecho, con amor y con ternura.


Reconstruiré aquel día la choza caída de David, repararé sus brechas, levantaré sus ruinas y la reconstruiré como antaño,


Porque, efectivamente, aquel día —oráculo del Señor— acabaré con los sabios de Edom y con el entendimiento del monte de Esaú.


Por eso, así dice el Señor: Yo planeo contra esta gente un mal del que no podréis hurtar el cuello ni tampoco caminar altaneros, pues serán tiempos de tragedia.


Ese día —oráculo del Señor— recogeré a las ovejas cojas, reuniré a las descarriadas y a las que yo había maltratado.


Eliminaré las ciudades de tu país y demoleré todas tus fortalezas;


Aquel día no tendrás que avergonzarte por causa de las muchas obras con las que te rebelaste contra mí, pues arrancaré de en medio de ti a los que se alegran de tu altanería, y no te jactarás más en mi santo monte.


Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas, ciudad de Sion, que no desfallezcan tus manos!».


Aquel día los salvará el Señor, su Dios; serán como rebaño de su pueblo y resplandecerán en su tierra como diamantes de diadema.


Os digo que este recaudador de impuestos volvió a casa con sus pecados perdonados; el fariseo, en cambio, no. Porque Dios humillará a quien se ensalce a sí mismo; pero ensalzará a quien se humille a sí mismo.


Por lo demás, el que quiera presumir, que presuma del Señor,


o de altanería que se alce contra el conocimiento de Dios. Puedo también someter a Cristo todo pensamiento


cuando venga en aquel día y se manifieste glorioso entre sus elegidos y admirable en medio de todos los que hayan creído; porque vosotros habéis acogido con fe nuestro testimonio.


En cuanto a vosotros, jóvenes, respetad a vuestros mayores. Que la sencillez presida vuestras mutuas relaciones, pues Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes.


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