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Isaías 14:4 - La Palabra (versión española)

4 entonarás esta sátira contra el rey de Babilonia: ¡Cómo ha acabado el tirano! ¡Cómo ha terminado su arrogancia!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 te mofarás del rey de Babilonia y dirás: «El hombre poderoso ha sido destruido. Sí, se acabó tu insolencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 te burlarás así del rey de Babilonia:

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces pronunciarás mofa contra el rey de Babilonia, diciendo: ¡Cómo terminó el tirano! ¡Cómo acabó su prepotencia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 entonarás esta canción contra el rey de Babel y dirás: '¡Cómo ha acabado el opresor, ha acabado la violencia!'.

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Isaías 14:4
35 Referans Kwoze  

Nabucodonosor se llevó a Babilonia todos los objetos del Templo, grandes y pequeños, y los tesoros del Templo, los del palacio real y los de las autoridades.


Oráculo contra Babilonia revelado a Isaías, hijo de Amós:


Babilonia, esa perla de reino, adorno y orgullo de los caldeos, quedará arrasada por Dios, lo mismo que Sodoma y Gomorra.


convertía la tierra en desierto, dejaba sus ciudades arrasadas y negaba a los cautivos la libertad?».


Rompió el Señor el cetro del malvado, el bastón de mando del tirano:


machacaba pueblos con saña, sacudiendo un golpe tras otro; oprimía con rabia a las naciones, las perseguía de forma implacable.


Que habiten dentro de ti los escapados de Moab. Sírveles de refugio frente al devastador. Cuando no haya opresión y acabe la devastación, cuando desaparezca del país la gente que lo pisoteaba,


Una visión terrible me ha sido revelada: un traidor que traiciona, un devastador que devasta. ¡Atacad, elamitas; medos, al asedio! ¡Pondré fin a su orgullo!


Siéntate en silencio, entre tinieblas, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte «señora de los reinos».


Haré comer su propia carne a tus opresores, se embriagarán de su sangre como de licor, y todo ser vivo deberá reconocer que soy el Señor, tu salvador, tu redentor, el Fuerte de Jacob.


Olvidaste al Señor, que te hizo, aquel que desplegó los cielos, que puso los cimientos de la tierra. Tenías miedo de continuo al ataque furioso del opresor, cuando se preparaba para arrasar. ¿Dónde está la furia del opresor?


Lo pondré en manos de tus verdugos, de aquellos que solían decirte: «Túmbate para que pasemos»; y ponías tu espalda como suelo, como calle para los transeúntes.


tu bienestar estará asegurado. Alejada de la angustia, nada temerás; el terror no se te acercará.


Y todas las botas que retumban al pisar y todas las capas bañadas en sangre, acabarán quemadas, pasto del fuego.


Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la tierra: serán motivo de insultos, refranes, sátiras y maldiciones en todos los lugares adonde los disperse.


lloradla, naciones vecinas, todos los que conocéis su fama. Decid: «¡Ay, cómo se ha roto la vara de mando, el cetro glorioso!».


¡Qué deslucido está el oro, qué pálido el oro fino! ¡Las piedras santas están tiradas por las esquinas!


Te convertirás en el escarnio y el sarcasmo de las naciones que te rodean, el día en que ejecute en ti mi sentencia lleno de ira y de cólera, infligiéndote severos castigos. Soy yo, el Señor, quien lo dice.


Él ha puesto en tus manos a los seres humanos, las bestias del campo y las aves del cielo, allí donde habiten, y te ha dado dominio sobre todo ello. Eso quiere decir que tú eres la cabeza de oro.


Has derramado sangre humana, has colmado de violencia al país, a las ciudades y a sus habitantes; ahora la violencia hecha al Líbano caerá implacable sobre ti, bestias feroces te destrozarán.


Y vi cómo la mujer se emborrachaba con la sangre de los consagrados a Dios y de los que fueron mártires por amor a Jesús.


exclamarán: ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad, que en otro tiempo te vestías de lino, púrpura y grana, y te adornabas con oro, piedras preciosas y perlas!


¡Alégrate, cielo, al contemplarla, y vosotros también, los consagrados a Dios, los apóstoles y los profetas, porque Dios ha vengado en ella vuestra causa!


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