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Isaías 13:8 - La Palabra (versión española)

8 agarrotados por angustias y espasmos, se retuercen igual que parturientas; cada cual se asusta del prójimo, sus rostros son rostros llameantes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 y todos se aterran. Les sobrevendrán punzadas de angustia, como las de una mujer que está de parto. Se miran unos a otros sin poder hacer nada, con el rostro encendido de miedo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 De puro susto comienzan a temblar y a sentir dolores y se retuercen como mujeres que dan a luz. Se miran unos a otros, el miedo se dibuja en sus rostros ardientes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Estarán consternados; Los sobrecogerán dolores y espasmos, Se retorcerán cual parturienta, Se mirarán atónitos unos a otros,° Sus rostros serán rostros llameantes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Estarán aterrados, espasmos y dolores les asaltarán, se retorcerán como parturientas. Unos a otros se mirarán espantados, rostros de llamas serán sus rostros.

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Isaías 13:8
21 Referans Kwoze  

Sus habitantes, impotentes, espantados y humillados, son como hierba del campo, como césped de pastizal, como verdín de los tejados, como mies agostada antes de sazón.


como cuando el viento del este destroza las naves de Tarsis.


como embarazada a punto de parir, que se retuerce y grita entre dolores, eso parecíamos, Señor, ante ti.


¿Qué vas a decir, Jerusalén, cuando ellos te castiguen, tú que les habías enseñado a tratarte como amigos? Seguro que te aprietan los dolores, igual que a mujer en parto.


preguntad y averiguad si dan a luz los varones. ¿Por qué veo entonces a los varones con las manos en las caderas, lo mismo que parturientas, con el rostro demudado?


Oigo quejidos de parturienta, angustias como de primeriza: son quejidos y suspiros de Sion, que estira doliente sus brazos: ¡Ay de mí, que estoy agotada, me están quitando la vida!


¿Qué es lo que veo? Están aterrados, dan marcha atrás; sus soldados derrotados se han dado a la fuga, no vuelven la cara, los rodea el pavor —oráculo del Señor—.


Las ciudades han sido conquistadas, han caído las plazas fortificadas. Aquel día los soldados de Moab se sentirán como una parturienta.


Alza el vuelo y se lanza como el águila, con sus alas abiertas sobre Bosrá; aquel día los soldados de Edom se sentirán como una parturienta.


Se acobarda Damasco, se vuelve y escapa, la atenaza el terror; se siente agarrada por angustias y dolores, como una parturienta.


Al oír la noticia, le flaquean las fuerzas al rey de Babilonia: lo atenaza la angustia, dolores de parturienta.


Los soldados de Babilonia ya no luchan, se quedan metidos en las fortalezas, se agota su valor, son como mujeres; el fuego consume sus edificios, sus cerrojos están destrozados.


Le sobrevendrán dolores de parto, pero es un hijo torpe que, para nacer, no sabe colocarse a la puerta del útero.


Ante él tiemblan los pueblos, palidecen todos los semblantes.


¡Saquead la plata, saquead el oro! El tesoro es magnífico, los objetos preciosos incontables.


Cuando una mujer va a dar a luz, siente angustia, porque le ha llegado la hora; pero, cuando el niño ha nacido, su alegría le hace olvidar el sufrimiento pasado y es enteramente feliz por haber traído un ser humano al mundo.


Cuando la gente ande diciendo: «Todo es paz y seguridad», entonces justamente sobrevendrá la destrucción, como los dolores de parto a la mujer encinta, y no podrán librarse.


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