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Isaías 1:23 - La Palabra (versión española)

23 tus jefes, revoltosos compadres de ladrones, amantes de sobornos, en busca de regalos. No hacen justicia al huérfano, rehúyen la defensa de la viuda.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Tus líderes son rebeldes, compañeros de ladrones. A todos ellos les encantan los sobornos y exigen que se los den, pero se niegan a defender la causa de los huérfanos y a luchar por los derechos de las viudas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Tus jefes son unos rebeldes, cómplices de ladrones. Todos esperan recompensa y van detrás de los regalos. No hacen justicia al huérfano ni atienden la causa de la viuda.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Tus príncipes° son rebeldes y cómplices de ladrones, Todos aman el soborno y corren tras las dádivas. No hacen justicia al huérfano ni la causa de la viuda llega a ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Tus príncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. No defienden al huérfano, la causa de la viuda no llega a ellos.

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Isaías 1:23
47 Referans Kwoze  

Igualmente, todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando las perversiones de otras naciones, y profanaron el Templo que el Señor había santificado en Jerusalén.


No te dejes sobornar con regalos, porque el regalo ciega incluso al honesto y corrompe las causas de los justos.


El corrupto acepta soborno secreto y así tuerce el curso del derecho.


El cómplice del ladrón se hace daño a sí mismo: oye la maldición, pero no lo delata.


Aprended a hacer el bien, tomad decisiones justas, restableced al oprimido, haced justicia al huérfano, defended la causa de la viuda.


Venid y discutamos esto, —dice el Señor—. Aunque sean vuestros pecados tan rojos como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean como la púrpura, como lana quedarán.


Tu plata es escoria, tu vino está aguado:


Escuchad la palabra del Señor, vosotros, gente burlona, gobernantes de este pueblo que habita en Jerusalén.


Viene el Señor dispuesto a juzgar a los ancianos y príncipes de su pueblo. Vosotros habéis depredado la viña, vuestra casa oculta el expolio del pobre.


¡Ay de los hijos rebeldes —oráculo del Señor— que toman decisiones sin contar conmigo, que conciertan alianzas no inspiradas por mí, acumulando así error tras error;


El que se conduzca y hable con justicia, el que rehúse aprovecharse de la opresión; el que sacuda su mano rechazando el soborno, el que tape su oído a propuestas criminales, el que cierre sus ojos al mal.


que absuelven al culpable por dinero y deniegan la justicia al inocente!


Todo el día extendía mis manos en dirección a un pueblo rebelde, que llevaba un camino equivocado, siempre detrás de sus caprichos;


Pero tú no tienes ojos ni corazón si no es para tu propio provecho, para derramar sangre de inocentes, para oprimir y atropellar.


debido a todas las maldades que cometieron israelitas y judíos para irritarme; y no solo el pueblo llano, sino también sus reyes, dignatarios, sacerdotes y profetas, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén.


te asedian en torno como guardias de campo, por haberte rebelado contra mí —oráculo del Señor.


Iré, pues, donde los bien situados, voy a dirigirme a quienes conocen cómo actúa el Señor y qué es lo que quiere su Dios». Pero habían roto el yugo y habían soltado las riendas.


Por eso, un león de la selva los herirá, un lobo estepario los destrozará; una pantera acecha sus ciudades y desgarra a quien sale de ellas. Pues son numerosas sus rebeldías, han multiplicado sus traiciones.


—Hijo de hombre, vives entre ciudadanos rebeldes que tienen ojos pero no ven, y oídos pero no oyen; son realmente rebeldes.


Los nobles que la habitan son como lobos que desgarran su presa, proclives al crimen, a acabar con la gente para sacar provecho de tales situaciones.


Borrachos se entregan a la prostitución y sus jefes se apasionan por la ignominia.


Los jefes de Judá desplazan los linderos, pero yo derramaré sobre ellos como avalancha de agua mi furor.


Toda su perversidad se manifestó en Guilgal; allí llegué a odiarlos. Por sus perversas acciones los arrojaré de mi casa y no los volveré a amar. Todos sus jefes son rebeldes.


Conozco vuestras muchas rebeldías y vuestros innumerables pecados: aplastáis al inocente, aceptáis sobornos, atropelláis al desvalido en el tribunal.


Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo y sus profetas vaticinan por dinero. Pero aún se apoyan en el Señor y dicen: «¿Acaso no está el Señor con nosotros? ¡No nos alcanzará la desgracia!».


Escuchad esto, jefes de Jacob, oíd, gobernantes de Israel, los que detestáis la justicia y violáis todo derecho,


Los ricos están llenos de violencia, miente la población [de la ciudad], su boca solo pronuncia mentiras.


Emplean sus manos para el mal: el príncipe pone exigencias para el bien, el juez se deja sobornar, el poderoso proclama su ambición.


No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero o al pobre, y no maquinéis en vuestro interior nada malo contra el prójimo.


Así dice ahora el Señor del universo: Voy a entablar juicio contra vosotros y a testificar diligentemente contra los hechiceros, adúlteros o perjuros, contra los que defraudan al jornalero en su salario, contra los que oprimen a la viuda y al huérfano, o sojuzgan al extranjero y no sienten ningún respeto por mí.


Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián partieron llevando consigo el pago por el vaticinio. Llegaron adonde estaba Balaán y le dieron el mensaje de Balac.


increpándolos: —Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.


Y los instruía increpándolos: —¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.


diciéndoles: —Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.


Y, empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó cada uno de los pasajes de las Escrituras que se referían a él mismo.


No quebrantarás el derecho ni actuarás con parcialidad. No aceptarás soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y falsea la causa del inocente.


Esta es la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre: asistir a los débiles y desvalidos en sus dificultades y mantenerse incontaminado del mundo.


Sin embargo sus hijos no siguieron sus pasos, pues buscaban su provecho, aceptaban sobornos y pervertían la justicia.


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