Hechos 3:6 - La Palabra (versión española)

⁶ Pedro entonces le dijo: —No tengo plata ni oro, pero te daré lo que poseo: en nombre de Jesús de Nazaret, comienza a andar.

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

⁶ Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

Biblia Nueva Traducción Viviente

⁶ pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!».

Biblia Católica (Latinoamericana)

⁶ Pero Pedro le dijo: 'No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.

La Biblia Textual 3a Edicion

⁶ Pedro dijo: No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te doy: En el nombre de Jesús de Nazaret, el Mesías, ¡anda!°

Biblia Serafín de Ausejo 1975

⁶ Pedro le dijo: 'Ni plata ni oro tengo; pero lo que tengo, eso te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, anda'.

Hechos 3:6 Referans Kwoze

Mateo 10:9

No llevéis oro, plata ni cobre en el bolsillo;

Mateo 7:22

Muchos me dirán en el día del juicio: «Señor, Señor, mira que en tu nombre hemos profetizado, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros».

Marcos 14:8

Ha hecho lo que estaba en su mano preparando por anticipado mi cuerpo para el entierro.

Marcos 16:17

Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos;

Juan 19:19

Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción: «Jesús de Nazaret, el rey de los judíos».

Hechos 10:38

De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y lo llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Hechos 16:18

Hizo esto durante muchos días, hasta que Pablo, ya harto, se enfrentó con el espíritu y le dijo: —¡En nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Decir esto y abandonarla el espíritu, fue todo uno.

Hechos 2:22

Escuchad esto, israelitas: Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios avaló ante vosotros con los milagros, prodigios y señales que, como bien sabéis, Dios realizó entre vosotros por medio de él.

Hechos 2:36

Por consiguiente, sepa con seguridad todo Israel que Dios ha constituido Señor y Mesías a este mismo Jesús a quien vosotros habéis crucificado.

Hechos 3:16

Pues bien, por creer en Jesús se le han fortalecido las piernas a este hombre que estáis viendo y que vosotros conocéis. La fe en Jesús le ha devuelto totalmente la salud, como podéis comprobar.

Hechos 3:5

El cojo los miró con atención, esperando que le dieran algo.

Hechos 3:7

Y, tomándolo de la mano derecha, hizo que se incorporase. Al instante se fortalecieron sus piernas y sus tobillos,

Hechos 4:10

Pues bien, habéis de saber, tanto vosotros como todo el pueblo israelita, que este hombre se encuentra ahora sano ante vuestros ojos gracias a Jesús de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios ha resucitado.

Hechos 4:7

Hicieron comparecer a Pedro y a Juan, y les preguntaron: —¿Con qué poder y en nombre de quién habéis hecho esto?

Hechos 9:34

Pedro le dijo: —Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama. Eneas se levantó inmediatamente.

1 Corintios 4:11

Hasta el presente no hemos pasado más que hambre, sed, desnudez y malos tratos, andando de un lado para otro.

2 Corintios 6:10

Nos imaginan tristes, y estamos siempre alegres; parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo tenemos todo.

2 Corintios 8:12

Si la disposición es buena, a nadie se le piden imposibles; lo que dé es bien recibido.

2 Corintios 8:9

Ya conocéis cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo rico como era, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.

Santiago 2:5

Escuchad, hermanos míos queridos: Dios ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman.

1 Pedro 4:10

Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron.