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Hechos 3:2 - La Palabra (versión española)

2 se encontraron con un lisiado de nacimiento, que estaba junto a la puerta del Templo llamada «Hermosa». Lo llevaban cada día y lo ponían allí para que pidiese limosna a las personas que entraban en el Templo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Mientras se acercaban al templo, llevaban cargando a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días lo ponían junto a la puerta del templo, la que se llama Hermosa, para que pidiera limosna a la gente que entraba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y era traído cierto varón que estaba cojo desde el vientre de su madre, a quien ponían cada día a la puerta del templo (la llamada Hermosa), para pedir limosna a los que entraban en el templo;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 en el momento en que llevaban a un hombre, cojo de nacimiento, al que ponían todos los días ante la puerta del templo llamada Preciosa, para pedir limosna a los que entraban en el templo.

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Hechos 3:2
9 Referans Kwoze  

Y había también un pobre, llamado Lázaro, que, cubierto de llagas, estaba tendido a la puerta del rico.


Jesús iba acercándose a Jericó. Y un ciego que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna,


Sus vecinos y todos cuantos lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban: —¿No es este el que se sentaba por aquí y pedía limosna?


Me dijo: «Cornelio, Dios ha escuchado tu oración y ha tenido en cuenta tu generosidad con los pobres.


Atemorizado, miró fijamente al ángel y le preguntó: —¿Qué quieres, Señor? El ángel le contestó: —Dios ha tomado en consideración tus oraciones y tus limosnas.


Había en Listra un tullido, cojo de nacimiento, que nunca había podido valerse de sus pies.


al reconocer en él al mendigo que se sentaba junto a la puerta Hermosa del Templo, quedaron atónitos y asombrados por lo que le había sucedido.


además, el milagro de la curación se había realizado en un hombre de más de cuarenta años.


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