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Hechos 26:7 - La Palabra (versión española)

7 promesa cuyo cumplimiento aguardan esperanzadas nuestras doce tribus, mientras rinden culto a Dios día y noche sin cesar. Por tener esta esperanza, me acusan los judíos, rey Agripa.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 De hecho, esta es la razón por la cual las doce tribus de Israel adoran a Dios con celo día y noche, y participan de la misma esperanza que yo tengo. Aun así, su majestad, ¡ellos me acusan por tener esta esperanza!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 de hecho, el culto perpetuo que nuestras doce tribus rinden a Dios noche y día no tiene otro propósito que el de alcanzar esta promesa. Por esta esperanza, oh rey, me acusan los judíos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 a la cual esperan llegar nuestras doce tribus, sirviendo° con fervor noche y día. Por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 a la cual esperan llegar nuestras doce tribus, sirviéndole continuamente noche y día. Por razón de esta esperanza soy acusado de los judíos, oh rey.

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Hechos 26:7
19 Referans Kwoze  

Ofrecieron, con motivo de la dedicación del Templo, cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como expiación por todo Israel, doce machos cabríos, según el número de las tribus de Israel.


Los repatriados venidos del destierro sacrificaron holocaustos al Dios de Israel: doce becerros, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos por todo Israel, y doce machos cabríos por los pecados. Todos fueron sacrificados en honor del Señor.


los que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.


Jesús le respondió: —Os aseguro que el día de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


Por aquel entonces vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso que esperaba la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón


para que comáis y bebáis en la mesa de mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


Vigilad, por tanto, y recordad que durante tres años no cesé de aconsejar día y noche, incluso con lágrimas, a cada uno de vosotros.


Mantengo la esperanza, que comparten también mis oponentes, de que Dios hará resucitar tanto a los buenos como a los malos.


—Rey Agripa: soy feliz al tener ocasión de defenderme hoy ante ti de todos los cargos que me imputan los judíos.


Nadie mejor que tú, que eres un experto conocedor de todas las costumbres y cuestiones judías. Te ruego, pues, que me escuches con paciencia.


Esta es la razón por la que os he llamado; quería veros y hablaros, pues precisamente por causa de la esperanza de Israel llevo yo estas cadenas.


Espero así participar de la resurrección de entre los muertos.


Insistentemente, de día y de noche, pedimos a Dios que nos conceda veros personalmente para corregir las deficiencias de vuestra fe.


En cuanto a la auténtica viuda —la que está sola en el mundo—, ha puesto su esperanza en Dios y vive día y noche ocupada en oraciones y plegarias.


Santiago, servidor de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a todos los miembros del pueblo de Dios dispersos por el mundo.


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