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Hechos 2:10 - La Palabra (versión española)

10 en Frigia y en Panfilia, en Egipto y en la región de Libia que limita con Cirene; hay visitantes romanos,

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Biblia Reina Valera 1960

10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias,

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Frigia y también Panfilia, Egipto y las regiones de Libia junto a Cirene, y los romanos, forasteros,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de la región de Libia que está junto a Cirene, los peregrinos romanos,

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Hechos 2:10
34 Referans Kwoze  

Pero sobrevino una hambruna en aquella región y, como el hambre apretaba, Abrán bajó a Egipto para establecerse allí.


En cada provincia y en cada ciudad, a medida que iba llegando el decreto real, los judíos se llenaban de alegría y felicidad, y celebraban fiestas y banquetes. Muchos habitantes del país se hicieron judíos por miedo a ellos.


¡Adelante, caballos! ¡Lanzaos, carros! ¡Al ataque, soldados! ¡Los de Etiopía y Libia con escudos, los lidios empuñando el arco!


Etiopía, Put, Lud y las distintas tropas mercenarias, Cub junto con sus tropas auxiliares, caerán víctimas de la espada.


se hará con el control de los tesoros de oro y plata y de todas las riquezas de Egipto. Libios y nubios seguirán el mismo camino.


Cuando Israel era niño, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo.


Porque así dice el Señor del universo: Afluirán todavía pueblos y gentes de ciudades populosas.


Así dice el Señor del universo: —Sucederá en aquellos días que diez hombres procedentes de distintas naciones y lenguas asirán a un judío por la orla del manto y le dirán: «Queremos unirnos a vosotros porque hemos oído que Dios está con vosotros».


donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.


¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que recorréis tierra y mar en busca de un prosélito y, cuando lo habéis conseguido, hacéis de él un modelo de maldad dos veces peor que vosotros mismos!


Cuando salían, encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, y lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús.


Y a uno que pasaba por allí al volver del campo, a un tal Simón, natural de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús.


Pero algunos creyentes de Chipre y Cirene viajaron a Antioquía y anunciaron también a los griegos la buena nueva de Jesús, el Señor.


Había en la iglesia de Antioquía varios profetas y maestros; a saber, Bernabé, Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene, Manaén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.


Pablo y sus compañeros se dirigieron por mar desde Pafos hasta Perge, ciudad de Panfilia. Pero Juan se separó allí de ellos y regresó a Jerusalén.


Se disolvió así la reunión; pero muchos judíos y prosélitos practicantes continuaron en compañía de Pablo y Bernabé, que trataban de convencerlos con sus exhortaciones a que permaneciesen fieles al don recibido de Dios.


Atravesaron luego Pisidia y llegaron a Panfilia.


Pablo, sin embargo, opinó que no debían llevar en su compañía a quien los había abandonado en Panfilia renunciando a colaborar con ellos en la tarea apostólica.


El Espíritu Santo les impidió anunciar el mensaje en la provincia de Asia, por lo cual atravesaron las regiones de Frigia y Galacia.


(Téngase en cuenta que todos los atenienses, y también los residentes extranjeros, no se ocupaban más que de charlar sobre las últimas novedades).


Encontró allí a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, y a su esposa Priscila. Habían llegado de Italia cuando el emperador Claudio ordenó salir de Roma a todos los judíos. Pablo entró en contacto con ellos


Al cabo de una temporada en Antioquía, se puso otra vez en camino, y recorrió sucesivamente las regiones de Galacia y Frigia, confortando en la fe a todos los discípulos.


hay judíos y prosélitos, cretenses y árabes. Pues bien, todos y cada uno los oímos referir en nuestro propio idioma las cosas portentosas de Dios.


Durante la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: —Ten buen ánimo; has sido mi testigo en Jerusalén y habrás de serlo también en Roma.


Continuamos nuestra travesía, navegando ya por alta mar frente a Cilicia y Panfilia, hasta que alcanzamos Mira, en Licia.


Los hermanos, que habían recibido noticias de nuestra llegada, salieron a nuestro encuentro al Foro de Apio y a Tres Tabernas. Y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado.


Toda la comunidad aceptó de buen grado esta propuesta, y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, un prosélito de Antioquía.


Pero unos miembros de la sinagoga llamada «de los libertos», a la que pertenecían también oriundos de Cirene y Alejandría, así como de Cilicia y de la provincia de Asia, empezaron a discutir con él.


Así que, en cuanto de mí depende, estoy enteramente dispuesto a proclamar el evangelio también entre vosotros, los que residís en Roma.


A todos los que residís en Roma y habéis sido elegidos por Dios con amor para formar parte de su pueblo, os deseo gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.


Es más, apenas llegó a Roma, me buscó con afán hasta encontrarme.


Sus cadáveres estarán expuestos al público en la plaza de la gran ciudad a la que se da el nombre simbólico de Sodoma y Egipto, y en la que fue también crucificado su Señor.


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