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Hageo 1:12 - La Palabra (versión española)

12 Al oír esto Zorobabel, hijo de Sealtiel, y el sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, junto con todo el pueblo restante, prestaron atención a la voz del Señor, su Dios, y a las palabras que el Señor, su Dios, encargó decir al profeta Ageo. El pueblo sintió un profundo respeto por el Señor

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Biblia Reina Valera 1960

12 Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del Señor su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor su Dios había enviado, el pueblo temió al Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Ahora bien, Zorobabel, hijo de Sealtiel, Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el pueblo, escucharon estas palabras de Yavé su Dios que les hablaba por medio del profeta Ageo, pues hablaba por encargo de Yavé, su Dios. Y el pueblo se llenó de respeto a Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y Zorobabel ben Salatiel, y Josué ben Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, obedecieron la voz de YHVH su Dios mediante las palabras del profeta Hageo, tal como YHVH, Dios de ellos, le había mandado. Y el pueblo tuvo temor delante de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo escucharon la voz de Yahveh, su Dios, y las palabras del profeta Ageo, de acuerdo con la misión para lo cual Yahveh, su Dios, lo había enviado y el pueblo sintió temor ante Yahveh.

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Hageo 1:12
19 Referans Kwoze  

El mensajero le dijo: —No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que obedeces a Dios y ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.


Entre los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras, se encontraron los siguientes: De los descendientes de Josué, hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Guedalías,


Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Josué, hijo de Josadac, reanudaron en Jerusalén la construcción del Templo de Dios. Los acompañaban y ayudaban los profetas de Dios.


¡Aleluya! Feliz quien venera al Señor y se complace en sus mandatos.


Respetar al Señor es el principio del saber, pero los necios desprecian la sabiduría y la educación.


Conclusión del discurso: todo está dicho. Respeta a Dios y guarda sus mandamientos, pues en eso consiste ser persona.


Si estáis dispuestos a obedecer, comeréis lo mejor de la tierra;


¿Quién de entre vosotros respeta al Señor? ¿Quién hace caso a la voz de su siervo? El que ande entre tinieblas sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor, que se apoye en su Dios.


El segundo año del reinado de Darío, en el primer día del mes sexto, el Señor habló en estos términos por medio del profeta Ageo al gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y al sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac:


De esta forma, el Señor despertó el espíritu del gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y el del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, así como el espíritu de todo el pueblo restante. Vinieron, pues, y emprendieron las obras del Templo del Señor del universo, su Dios.


—Dirígete al gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y al sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, así como al resto del pueblo, y diles lo siguiente:


La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.


Reúne al pueblo —hombres, mujeres y niños, y también a los inmigrantes que vivan en tus ciudades— para que escuchen y aprendan a respetar al Señor vuestro Dios, cumpliendo cuidadosamente todos los mandamientos de esta ley.


También sus hijos, que aún no tienen uso de razón, la oirán para que aprendan a respetar al Señor vuestro Dios, mientras viváis en la tierra que vais a poseer tras cruzar el Jordán.


Un mensaje que ha llegado hasta vosotros y que sigue extendiéndose y dando fruto, tanto en el mundo entero como entre vosotros desde el día mismo en que tuvisteis noticia de la gracia de Dios y la experimentasteis de verdad.


Y puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, tributemos a Dios un culto agradable con reverencia y respeto.


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