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Génesis 37:35 - La Palabra (versión española)

35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban consolarlo, pero él no se dejaba consolar; al contrario, lloraba por su hijo y repetía: —Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él en el reino de los muertos.

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Biblia Reina Valera 1960

35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Toda su familia intentó consolarlo, pero él no quiso ser consolado. A menudo decía: «Me iré a la tumba llorando a mi hijo», y entonces sollozaba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarlo, pero él no quería ser consolado, y decía: 'Estaré todavía de duelo cuando descienda donde mi hijo al lugar de las Sombras. Y su padre lo lloró.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Y se levantaron todos sus hijos e hijas a consolarlo, pero él rehusó ser consolado y dijo: ¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el Seol! Y su padre lloraba por él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Vinieron todos sus hijos y todas sus hijas a consolarlo; pero él estaba inconsolable y decía: 'En duelo bajaré al seol, al lado de mi hijo'. Y su padre le lloraba.

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Génesis 37:35
18 Referans Kwoze  

Expiró tras una feliz vejez y, colmado de años, fue a reunirse con sus antepasados.


Labán le replicó a Jacob: —Estas mujeres son mis hijas, estos muchachos son mis nietos, este ganado también es mío y todo lo que aquí ves me pertenece. ¿Qué puedo hacer hoy por estas hijas mías y por los hijos que han dado a luz?


cuando murió, anciano y colmado de días, y fue a reunirse con sus antepasados. Sus hijos Esaú y Jacob lo sepultaron.


Pero nosotros le dijimos: «Somos gente honrada y no espías;


Pero Jacob respondió: —Mi hijo no irá con vosotros. Su hermano está muerto y él es el único que me queda. Si le sucediese alguna desgracia en el viaje que vais a emprender, vosotros tendríais la culpa de que este pobre viejo se muera de pena.


Israel entonces exclamó: —¡Esto me basta! José, mi hijo, vive todavía. Iré y lo veré antes de morir.


Luego Israel dijo a José: —No pensé que volvería a verte y, sin embargo, Dios me ha concedido ver también a tus hijos.


Los ancianos de su casa intentaron levantarlo del suelo, pero él no quiso y tampoco aceptó comer nada con ellos.


Pero ahora que ha muerto, ¿por qué voy a seguir ayunando? ¿Acaso podría recuperarlo? ¡Soy yo el que irá junto a él, pero él no volverá junto a mí!


El rey se conmovió, subió a la habitación que había encima de la puerta y se puso a llorar diciendo mientras subía: —¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!


Su padre Efraín les guardó luto durante mucho tiempo y sus parientes vinieron a consolarlo.


Tres amigos de Job, cuando se enteraron de las desgracias que había sufrido, llegaron desde sus respectivos países. Eran Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat, que se pusieron de acuerdo para ir a compartir su pena y consolarlo.


Cuando estoy angustiado busco a mi Señor, de noche alzo mis manos sin descanso y no acepto recibir consuelo alguno.


Recuerdo a Dios y me estremezco, reflexiono y quedo abatido. [Pausa]


Todo lo que esté a tu alcance, hazlo con todas tus fuerzas, pues no hay actividad, ni razón, ni ciencia, ni sabiduría en el reino de los muertos adonde te encaminas.


Así dice el Señor: Se oyen gritos en Ramá, quejidos y un llanto amargo: Raquel llora por sus hijos y se niega a ser consolada, pues se ha quedado sin ellos.


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