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Gálatas 6:12 - La Palabra (versión española)

12 Quienes os fuerzan a circuncidaros, lo hacen para quedar bien ante los demás y no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Todos los que quieren agradar en la carne, estos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Los que tratan de obligarlos a circuncidarse lo hacen para quedar bien con otros. No quieren ser perseguidos por enseñar que solo la cruz de Cristo salva.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Los que tratan de imponerles la circuncisión son sobre todo gente preocupada por ser más considerados en el mundo; no quieren que la cruz de Cristo les acarree problemas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Todos los que desean tener buena apariencia en la carne, ésos os obligan a circuncidaros, sólo para no ser perseguidos por causa de la cruz del Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Todos los que quieren aparecer bien en lo humano, ésos os obligan a circuncidaros, sólo para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo.

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Gálatas 6:12
22 Referans Kwoze  

¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que sois como sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muertos y de podredumbre!


Así también vosotros: os hacéis pasar por justos delante de la gente, pero vuestro interior está lleno de hipocresía y maldad.


Todo lo hacen para que la gente los vea. Usan filacterias más anchas y flecos más largos que ningún otro;


Felices los que sufren persecución por hacer lo que es justo, porque suyo es el reino de los cielos.


Cuando ayunéis, no andéis por ahí con cara triste, como hacen los hipócritas, que ponen gesto de lástima para que todos se enteren de que están ayunando. Os aseguro que ya han recibido su recompensa.


Por eso, cuando socorras a algún necesitado, no lo pregones a bombo y platillo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. Os aseguro que esos ya han recibido su recompensa.


Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que son muy dados a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que todo el mundo los vea. Os aseguro que ya han recibido su recompensa.


Él les dijo: —Vosotros pretendéis pasar por gente de bien delante de los demás, pero Dios sabe lo que hay en vuestro corazón; y aquello que la gente juzga valioso, para Dios es solo basura.


¡Esos, que devoran las haciendas de las viudas y, para disimular, pronuncian largas oraciones recibirán el más severo castigo!


El que habla por su cuenta, lo que va buscando es su propio honor. En cambio, quien solamente busca el honor de aquel que lo envió, es un hombre sincero y no hay falsedad en él.


Por aquel entonces llegaron algunos de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta enseñanza: —Si no os circuncidáis conforme a la prescripción de Moisés, no podréis salvaros.


Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir: —A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la ley de Moisés.


¡Cómo voy a osar igualarme o compararme con esos que se hacen su propia propaganda! Al medirse con la medida que ellos mismos fabrican y compararse con ellos mismos, demuestran que son necios.


En realidad, esos tales son apóstoles falsos, obreros fraudulentos disfrazados de apóstoles de Cristo.


Viendo, pues, que su proceder no se ajustaba a la verdad del evangelio, eché en cara a Pedro delante de todos: «Tú, que eres judío, te has comportado como si no lo fueras adaptándote a los no judíos; ¿cómo quieres ahora obligar a los no judíos a comportarse como judíos?».


Pues bien, ni siquiera Tito, mi acompañante, que no era judío, fue obligado a circuncidarse.


En cuanto a mí, hermanos, si fuera cierto que todavía recomiendo la circuncisión, ¿en razón de qué me siguen persiguiendo? ¡El misterio de Cristo crucificado no sería ya motivo de polémica!


Porque lo que es la ley, ni los mismos circuncidados la observan. Si quieren que os circuncidéis, es solo para presumir de haberos obligado a pasar por ese rito.


Es verdad que mientras unos anuncian a Cristo con rectitud de intención, a otros los mueve la envidia y la rivalidad.


Que cada uno busque no su propio provecho, sino el de los otros.


Porque hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo; os lo he dicho muchas veces y os lo repito ahora con lágrimas en los ojos.


Tienen, ciertamente, un aire de sabiduría, con su aspecto de religiosidad, su pretendida humildad y su aparente rigor ascético. En realidad carecen de todo valor; solo sirven para satisfacer las desordenadas apetencias humanas.


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