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Éxodo 5:2 - La Palabra (versión española)

2 Pero el faraón respondió: —¿Quién es el Señor para que yo lo obedezca y deje salir a los israelitas? Ni conozco al Señor, ni dejaré salir a los israelitas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 —¿Ah sí? —replicó el faraón—. ¿Y quién es ese Señor? ¿Por qué tendría que escucharlo y dejar ir a Israel? Yo no conozco a ese tal Señor y no dejaré que Israel se vaya.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Respondió Faraón: '¿Quién es Yavé para que yo le haga caso y deje salir a Israel? No conozco a Yavé y no dejaré salir a Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Pero Faraón respondió: ¿Quién es YHVH, para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? ¡No conozco a YHVH, y tampoco he de soltar a Israel!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Respondió el Faraón: '¿Quién es Yahveh para que yo tenga que escuchar su voz y deje salir a Israel? No conozco a Yahveh ni tampoco dejaré partir a Israel'.

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Éxodo 5:2
25 Referans Kwoze  

Si ninguno de los dioses de esos países pudo librarlos de mi ataque, ¿pensáis que el Señor podrá librar a Jerusalén?


Y si ninguno de los dioses de las naciones a las que mis antepasados exterminaron pudo salvarlos de mi poder, ¿cómo va a poder libraros vuestro Dios?


Así que no os dejéis engatusar o engañar por Ezequías. Y no le creáis; pues si ningún dios ha podido librar de mi poder o del poder de mis antepasados a ninguna nación o reino, tampoco vuestro Dios podrá salvaros ahora.


Y hablaban del Dios de Jerusalén como de los dioses de las demás naciones, fabricados por manos humanas.


Hiciste señales y prodigios contra el faraón y todos sus siervos, contra todo el pueblo de su tierra, porque pudiste comprobar con cuánta insolencia los trataban. Así te labraste una fama que hoy todavía perdura.


Y es que alzó su mano contra Dios e intentó retar al Todopoderoso,


arremetiendo directo contra él tras la maciza panza de su escudo.


¿Por qué serviremos al Todopoderoso? ¿Qué sacamos en limpio con invocarlo?».


El malvado, en su soberbia, de nada se preocupa: «No hay Dios»; esto es todo lo que piensa.


que aniquile a quienes dicen: «Con nuestra lengua nos hacemos fuertes, en nuestras palabras confiamos, ¿quién podrá dominarnos?».


Por la opresión de los humildes, por los gritos de los desvalidos estoy decidido a actuar —dice el Señor— y daré la salvación a quien suspira por ella.


Piensan los insensatos: «No hay Dios». Son perversos, su conducta es detestable, no hay quien haga el bien.


Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar, a no ser por la fuerza.


Por tanto, esto dice el Señor: Ahora vas a saber que yo soy el Señor. Por eso, cuando yo, Moisés, golpee las aguas del Nilo con la vara que llevo en mi mano, se convertirán en sangre;


no sea que, si estoy saciado, reniegue de ti y diga: «¿Quién es el Señor?»; y si estoy necesitado, me dedique a robar y a ofender así el nombre de mi Dios.


Pero si decidís no instalaros en esta tierra, haciendo caso omiso al Señor, vuestro Dios;


Emborrachadla, pues se alzó contra el Señor. Moab se revolcará en su vómito y la gente se burlará de ella.


¿Estáis ahora dispuestos, en cuanto oigáis el sonido de los cuernos, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y demás instrumentos musicales, a postraros para adorar la estatua que he mandado erigir? Lo digo porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante al horno ardiente. Y entonces, ¿qué dios será capaz de libraros de mis manos?


Y harán eso con vosotros porque no conocen ni al Padre ni a mí.


Y como no tienen interés en conocer a Dios, es Dios mismo quien los deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben.


y aparezca como una llama ardiente haciendo justicia con aquellos que no quieren conocer a Dios ni escuchar el evangelio de Jesús, nuestro Señor.


También aquella generación fue a reunirse con sus antepasados y surgió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel.


Los hijos de Elí eran unos desalmados que no respetaban al Señor,


Nabal les respondió: —¿Y quién es ese David? ¿Quién es ese hijo de Jesé? Porque hoy día abundan los esclavos que huyen de sus amos.


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