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Éxodo 4:21 - La Palabra (versión española)

21 El Señor le dijo: —Cuando regreses a Egipto, recuerda todos los prodigios que te he concedido realizar. Hazlos delante del faraón; aunque yo haré que se muestre intransigente y no deje salir a los israelitas.

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Biblia Reina Valera 1960

21 Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 El Señor le dijo a Moisés: «Cuando llegues a Egipto, preséntate ante el faraón y haz todos los milagros que te he dado el poder de realizar. Pero yo le endureceré el corazón, y él se negará a dejar salir al pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Yavé le dijo, asimismo: 'Cuando regreses a Egipto, harás delante de Faraón todos los prodigios para los cuales te he dado poder. Pero yo haré que se ponga porfiado y no dejará partir a mi pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 pues YHVH había dicho a Moisés: Cuando vuelvas a Egipto considera todos los prodigios que he puesto en tu mano, y los harás en presencia de Faraón, aunque Yo mismo endureceré su corazón, y no dejará ir al pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Dijo Yahveh a Moisés: 'Ahora que vas a volver a Egipto, disponte a hacer delante del Faraón todos los prodigios que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón y no dejará salir al pueblo'.

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Éxodo 4:21
34 Referans Kwoze  

Entonces el Señor dijo: —No voy a permitir que mi aliento de vida esté en el ser humano para siempre, porque él no es más que un simple mortal. Así que la duración de su vida será de ciento veinte años.


El espíritu respondió: «Iré y me convertiré en espíritu de mentira en boca de todos sus profetas». El Señor le dijo: «¡Conseguirás confundirlo! Vete y hazlo así».


Pero cambió los sentimientos de los egipcios haciendo que odiaran a su pueblo e intrigaran contra sus siervos.


cuando en Egipto hizo prodigios y portentos en los campos de Soán.


El Señor dijo a Moisés: —Preséntate ante el faraón, porque yo soy el que ha hecho que tanto él como sus cortesanos se muestren intransigentes, a fin de que se pongan de manifiesto en medio de ellos mis prodigios.


Pero el Señor mantuvo al faraón en su postura intransigente y no dejó salir a los israelitas.


El Señor hizo que el faraón se mantuviera intransigente y que no los dejara salir.


Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón, pero como el Señor mantuvo al faraón intransigente, este no dejó salir de Egipto a los israelitas.


El Señor dijo a Moisés: —El faraón no os hará caso y tendré que multiplicar mis prodigios en Egipto.


Yo haré que los egipcios se empeñen en alcanzaros y se metan en el mar detrás de vosotros. Entonces manifestaré mi poder sobre el faraón y todo su ejército, sobre sus carros y su caballería.


Y yo haré que el faraón no se dé por vencido y os persiga; y de nuevo mostraré mi gloria a costa de él y de todos sus ejércitos. Así los egipcios tendrán que reconocer que yo soy el Señor. Los israelitas cumplieron esta orden.


Y el Señor hizo que el faraón, el rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los israelitas que habían partido en plan de vencedores.


Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar, a no ser por la fuerza.


Pero yo desplegaré mi poder y heriré a Egipto valiéndome de toda clase de prodigios, hasta que el faraón os deje marchar.


A pesar de ello, tal como predijo el Señor, el faraón se mantuvo intransigente y no les hizo caso.


Sin embargo, yo haré que el faraón se muestre intransigente, y tendré que realizar muchas señales y prodigios en Egipto.


Viendo el faraón que se le daba un respiro, se mantuvo intransigente y como había predicho el Señor, no cumplió lo prometido a Moisés y Aarón.


Entonces los magos dijeron al faraón: —¡Esto es obra de Dios! Pero el faraón seguía intransigente y no los escuchó, tal como había predicho el Señor.


Pero el Señor hizo que el faraón se mantuviera intransigente, sin hacer caso a Moisés y Aarón, como ya había predicho el Señor a Moisés.


El faraón se obstinó en no dejar salir a los israelitas, como el Señor ya había predicho por medio de Moisés.


Embota el corazón de este pueblo, endurece sus oídos y ciega sus ojos, no sea que acaben viendo y oyendo, que su corazón entienda, se convierta y se cure.


¿Por qué nos dejas, Señor, apartarnos de tus caminos? ¿por qué permites que no te respete nuestro duro corazón? Vuélvete a nosotros, tus siervos, a las tribus que forman tu heredad.


Dios ha oscurecido sus ojos y endurecido su corazón, de tal manera que sus ojos no ven y su inteligencia no comprende; así que no se vuelven a mí para que yo los cure.


Y como no tienen interés en conocer a Dios, es Dios mismo quien los deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben.


En una palabra, Dios tiene compasión de quien quiere y deja que se obstine a quien le place.


para los que se pierden, aroma que lleva inexorablemente a la muerte; para los que se salvan, fragancia que conduce a la vida. Y ¿quién estará a la altura de tan gran responsabilidad?


Desde Aroer que está al borde del torrente Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, hasta el límite con Galaad, no hubo ciudad que se nos resistiera; todas nos las entregó el Señor, nuestro Dios.


Y es que el Señor había decidido endurecer el corazón de esas ciudades para que combatieran contra Israel y así fueran aniquiladas y consagradas sin remisión al exterminio tal como había mandado el Señor a Moisés.


en piedra de tropiezo, en roca donde uno se estrella. Y, efectivamente, en ella tropiezan los que no aceptan el mensaje; tal es su destino.


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