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Éxodo 18:12 - La Palabra (versión española)

12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios al Señor; Aarón y todos los ancianos de Israel, por su parte, compartieron un banquete con el suegro de Moisés, en presencia del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Luego Jetro, el suegro de Moisés, presentó una ofrenda quemada y sacrificios ante Dios. Aarón y todos los ancianos de Israel lo acompañaron a comer lo que fue ofrecido en sacrificio en presencia de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Jetró, suegro de Moisés, ofreció un sacrificio y presentó a Dios ofrendas. Vinieron entonces Aarón y todos los jefes de Israel para compartir una comida con el suegro de Moisés en la presencia de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Entonces Jetro suegro de Moisés tomó holocaustos y sacrificios para ’Elohim. Y llegó Aarón con todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de ’Elohim.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Después Yetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios. Vino Aarón, y con él todos los ancianos de Israel, para tomar parte en la comida con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

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Éxodo 18:12
31 Referans Kwoze  

El Señor se apareció a Abrán y le dijo: —Yo daré esta tierra a tu descendencia. Entonces Abrán erigió allí un altar al Señor, porque se le había aparecido.


Allí Isaac erigió un altar e invocó el nombre del Señor. Montó allí su tienda, y sus criados cavaron otro pozo.


Isaac les ofreció un banquete y ellos comieron y bebieron.


Luego ofreció Jacob un sacrificio en el monte e invitó a comer a sus parientes. Ellos comieron y pasaron la noche allí, en el monte.


También Abel le ofreció las primeras y mejores crías de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda,


Ellos, mientras tanto, prepararon los regalos y esperaron a que José llegara al mediodía, pues habían oído que comerían allí.


Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura, y los ofreció en holocausto sobre el altar.


David le dijo: —No temas, porque estoy dispuesto a favorecerte en memoria de tu padre, Jonatán. Te devolveré todas las tierras de tu abuelo Saúl y además comerás siempre a mi mesa.


Ezequías felicitó a todos los levitas por la buena disposición que habían mostrado para con el Señor, pues habían cumplido los siete días de fiesta ofreciendo sacrificios de comunión y dando gracias al Señor, Dios de sus antepasados.


Terminados esos días de fiesta, Job los hacía venir para purificarlos; y de mañana ofrecía un holocausto por cada uno, por si habían pecado maldiciendo a Dios en su interior. Cada vez hacía Job lo mismo.


Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas, junto con viejos conocidos; comieron con él en su casa, se lamentaron y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado. Cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro.


Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde está mi siervo Job y ofrecedlos por vosotros en holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros, yo le haré caso y no os trataré como merece vuestra audacia, por no haber hablado de mí como hay que hablar, al contrario de como lo ha hecho mi siervo Job.


Al día siguiente Moisés se sentó a dirimir los pleitos del pueblo, y los israelitas acudieron a él desde la mañana hasta la tarde.


El sacerdote de Madián tenía siete hijas. Vinieron estas a sacar agua y, mientras estaban llenando el abrevadero para dar de beber al rebaño de su padre,


Reuel continuó preguntando: —¿Y dónde está ese hombre? ¿Cómo habéis dejado que se marche? Salid e invitadlo a que se hospede aquí.


Hazme un altar de tierra en el que me ofrecerás tus ovejas y vacas, como holocaustos y sacrificios de comunión. Vendré y te bendeciré en cualquier lugar donde yo quiera que se recuerde mi nombre.


Y aunque contemplaron a Dios, él no hizo perecer a aquellos privilegiados de Israel. Después comieron y bebieron.


Después mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer holocaustos e inmolar los novillos como sacrificios de comunión en honor del Señor.


Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Conduciendo el rebaño a través del desierto, llegó al Horeb, el monte de Dios.


Moisés trasladó la Tienda y la plantó fuera del campamento a cierta distancia, y la llamó «Tienda del encuentro». Si alguien quería consultar al Señor, salía del campamento e iba a la Tienda del encuentro.


No comí alimentos apetitosos; no probé carne ni bebí vino; ni me perfumé hasta que pasaron las tres semanas.


Moisés dijo a su suegro Jobab del clan madianita de Ragüel: —Nosotros partimos hacia la tierra que el Señor ha prometido darnos. Ven con nosotros y seremos generosos contigo, pues el Señor ha prometido ser generoso con Israel.


Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos. Ellos, que lo estaban espiando,


Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús: —¡Feliz aquel que sea invitado a comer en el reino de Dios!


Fijaos en el pueblo israelita: ¿no es cierto que quienes se alimentan de las víctimas sacrificadas quedan vinculados al altar?


No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; no podéis comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.


En cualquier caso, tanto si coméis como si bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.


Allí, en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros y vuestras familias comeréis y haréis fiesta por los frutos de vuestro trabajo con que el Señor tu Dios te haya bendecido.


ofrecerás sacrificios de comunión y los comerás allí haciendo fiesta ante el Señor tu Dios;


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