Ester 8:8 - La Palabra (versión española)8 Pero un decreto escrito en mi nombre y sellado con mi anillo es irrevocable. Así pues, redactad ahora, en mi nombre, otro decreto en favor de los judíos, como vosotros consideréis más adecuado y selladlo con mi anillo real. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 19608 Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente8 Ahora envíen un mensaje a los judíos en nombre del rey, que exprese lo que ustedes quieran, y séllenlo con el anillo del rey. Sin embargo, recuerden que todo lo que ya se ha escrito en nombre del rey y lo que se ha sellado con su anillo jamás puede ser revocado. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)8 Escriban pues respecto a los judíos, en nombre del rey, como lo estimen conveniente, y pongan el sello del anillo real, porque no puede ser anulada una carta en nombre del rey y sellada con el anillo real». Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion8 Ahora pues, escribid en nombre del rey respecto a los judíos lo que bien os parezca, y selladlo con el sello del rey , porque lo° que es escrito en nombre del rey y sellado con el sello del rey no puede ser revocado. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 19758 Escribid vosotros mismos sobre el asunto de los judíos como bien os parezca, en nombre del rey, y selladlo con el anillo real; pues documento escrito en nombre del rey y sellado con el anillo real no puede ser revocado'. Gade chapit la |
El día trece del mes primero fueron convocados los secretarios reales. Estos redactaron en la escritura de cada provincia y en la lengua de cada pueblo, todo lo que Amán ordenaba a los sátrapas reales, a los gobernadores de cada una de las provincias y a los jefes de cada pueblo. Todo se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real.
Los ministros del reino, prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores todos hemos pensado en la conveniencia de promulgar un real decreto con esta prohibición: «Durante treinta días nadie podrá dirigir una oración a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad. Quien lo haga, será arrojado al foso de los leones».