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Esdras 9:8 - La Palabra (versión española)

8 Pero ahora, por un instante, se ha hecho presente la bondad del Señor, nuestro Dios, al dejarnos un resto, concedernos un refugio en su santuario, dar luz a nuestros ojos y procurarnos un pequeño respiro en medio de nuestra servidumbre.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Sin embargo, ahora se nos concedió un breve momento de gracia, porque el Señor nuestro Dios ha permitido que unos cuantos de nosotros sobreviviéramos como un remanente. Él nos ha dado seguridad en este lugar santo. Nuestro Dios nos ha iluminado los ojos y nos ha concedido un poco de alivio de nuestra esclavitud.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Desde hace un tiempo Yavé nuestro Dios nos ha manifestado su bondad: nos dejó un pequeño resto de sobrevivientes y nos permitió poner un pie en su Lugar Santo. Nuestro Dios quiso darles un poco de luz a nuestros ojos y darnos vida en nuestra esclavitud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y ahora, por un breve momento, es misericordia de YHVH nuestro Dios dejarnos un remanente y darnos un puntal° en su lugar santo, al iluminar nuestro Dios nuestros ojos y concedernos un pequeño avivamiento° en medio de nuestra esclavitud.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Mas ahora, en un instante, Yahveh, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de rescatados y de darnos un apoyo en su lugar santo. Nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y ha otorgado un pequeño respiro a nuestra vida en medio de nuestra servidumbre.

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Esdras 9:8
36 Referans Kwoze  

Ojalá el Señor, tu Dios, haya escuchado las palabras del copero mayor enviado por su amo, el rey de Asiria, para insultar al Dios vivo, y lo castigue por esas palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Por tu parte, intercede por el resto que aún subsiste».


Hemos sido esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en nuestra esclavitud, sino que ha desplegado su misericordia ante los reyes de Persia para animarnos a levantar el Templo de nuestro Dios, para restaurar sus ruinas y darnos protección en Judá y Jerusalén.


Escucha, Señor, la oración de tu siervo y la plegaria de tus servidores que solo desean honrar tu nombre. Concede hoy éxito a tu siervo haciendo que sea bien acogido por el rey. Por aquel tiempo era yo copero del rey.


Pero en tu gran misericordia no los abandonaste ni aniquilaste, tú que eres un Dios clemente y compasivo.


para librar su vida de la fosa e inundarlo de la luz de la vida.


¡Mira y respóndeme, Señor, Dios mío! Ilumina mis ojos para que no quede sumido en la muerte,


para que no pueda decir mi enemigo: «lo dominé», ni se regocijen mis adversarios si tropiezo.


Si camino en peligro, me salvas la vida, extiendes tu mano contra mis rivales y tu diestra me pone a salvo.


Quienes lo miran, se llenan de luz y no se sonrojan sus rostros.


¿No volverás a darnos la vida para que tu pueblo en ti se goce?


En una cosa coinciden pobre y explotador: ambos reciben del Señor la vista.


Las palabras de los sabios son como aguijones y, reunidas en colecciones, son como estacas bien clavadas, regalos de un mismo pastor.


Si el Señor del universo no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, parecidos a Gomorra.


El día en que el Señor te haga descansar de tus congojas, de tus desasosiegos y de la dura esclavitud a la que te viste sometida,


les concedo en mi Templo y mi ciudad un apellido memorable, mejor que hijos e hijas; les daré un renombre perpetuo, que nadie podrá destruir.


Pues esto dice el Alto y Excelso, el que vive por siempre, de nombre Santo: Yo habito en las alturas sagradas, pero miro por humildes y abatidos, para reanimar el espíritu abatido, para reanimar el corazón humillado.


Si queda una décima parte, será de nuevo arrasada; como una encina o un roble, que al talarlos queda un tocón. Semilla santa será su tocón.


al profeta Jeremías y le dijeron: —Acepta, por favor, nuestra súplica y consulta al Señor, tu Dios, por nosotros y por todo este resto, pues quedamos muy pocos de tantos que éramos, como tú mismo puedes comprobar.


y de los supervivientes de Judá que vinieron a Egipto a residir como forasteros, no quedará uno con vida, nadie podrá ponerse a salvo. Tampoco podrán regresar a Judá, a pesar de que ansían ardientemente volver para instalarse allí. [Solo algunos fugitivos conseguirán volver].


quedarán en la ciudad algunos supervivientes que tratarán de poner a salvo a sus hijos e hijas, saliendo a vuestro encuentro. Comprobaréis entonces su conducta y sus acciones, y así no os sorprenderá la desgracia que he acarreado sobre Jerusalén, todo lo que he hecho en contra de ella.


Al cabo de dos días nos devolverá la vida; al tercero nos levantará y viviremos en su presencia.


He oído, Señor, tu proclama y respeto tu actuación. Hazla realidad en medio de los tiempos, dala a conocer en el curso de los años; en momentos de ira, acuérdate de la misericordia.


En medio de ti dejaré como resto un pueblo de gente pobre y humilde, que buscará protección en mi nombre.


Porque de él saldrá la piedra angular, las estacas de la tienda y el arco de guerra, además de todos sus caudillos.


Ahora sembraré todo de paz: la vid dará su fruto, los cielos dejarán caer su rocío y la tierra producirá su cosecha; todo esto daré en posesión al resto de este pueblo.


Así dice el Señor del universo: Aunque al resto del pueblo esto le parezca prodigioso en aquellos días, no será prodigioso para mí —oráculo del Señor del universo—.


Isaías, a su vez, proclama refiriéndose a Israel: Aunque fueran los israelitas tan numerosos como la arena del mar, solo un resto se salvará.


Al vencedor lo pondré de columna en el Templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y grabaré sobre él el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios.


Jonatán, en cambio, no se había enterado del juramento que su padre había impuesto al pueblo. Así que alargó la vara que llevaba en la mano, mojó la punta en un panal de miel, se la llevó a la boca y se le iluminó el semblante.


Jonatán le respondió: —Mi padre ha perjudicado al país. Observa cómo se me ha iluminado el semblante al probar solo un poco de miel.


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