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Esdras 10:3 - La Palabra (versión española)

3 Si le parece bien a mi señor y a cuantos respetan los mandamientos de nuestro Dios, comprometámonos ahora con nuestro Dios a despedir a todas esas mujeres y a sus hijos, haciendo que se cumpla la ley.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Hagamos ahora un pacto con nuestro Dios mediante el cual nos divorciaremos de nuestras esposas paganas y las echaremos de aquí junto con sus hijos. Seguiremos tu consejo y el de los demás que respetan los mandatos de nuestro Dios. Que se haga todo de acuerdo con la ley de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Vamos a comprometernos solemnemente ante nuestro Dios a mandar de vuelta a todas nuestras mujeres extranjeras y a los hijos que nacieron de ellas. De esa manera obedeceremos los consejos de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios. ¡Sí, vamos a actuar según la ley!

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Ahora pues, concertemos un pacto con nuestro Dios para expulsar a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que tiemblan ante el mandamiento de nuestro Dios, y sea hecho eso de acuerdo con la Ley.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Hagamos ahora mismo un pacto con nuestro Dios, obligándonos a despedir a todas esas mujeres y a los nacidos de ellas, conforme al consejo de mi señor y de los que temen los mandamientos de nuestro Dios. ¡Hágase conforme a la ley!

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Esdras 10:3
25 Referans Kwoze  

Joyadá selló el pacto entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por otra, comprometiéndose a ser el pueblo del Señor; y (un pacto) entre el rey y el pueblo.


Ahora quiero sellar una alianza con el Señor, Dios de Israel, para que aparte de nosotros su cólera.


En cambio, en Judá Dios los movió a cumplir de forma unánime el decreto del rey y de las autoridades, a instancias del Señor.


—Id a consultar al Señor por mí, por el resto de Israel y por Judá sobre el contenido de este libro que se acaba de encontrar, pues el Señor estará muy furioso contra nosotros, ya que nuestros antepasados no han obedecido las palabras del Señor ni han cumplido todo cuanto está escrito en este libro.


Puesto que te has conmovido de corazón y te has humillado ante el Señor, al escuchar sus palabras contra este lugar y sus habitantes, que se convertirán en objeto de ruina y maldición; puesto que te has humillado ante mí, has desgarrado tus vestiduras y has llorado ante mí, yo también te he escuchado —oráculo del Señor—.


Dad, ahora, gracias al Señor, Dios de vuestros antepasados; cumplid su voluntad y apartaos de las gentes del lugar y de las mujeres extranjeras.


Todos estos se habían casado con mujeres extranjeras, algunas de las cuales habían tenido hijos.


En tres días se reunieron todos los hombres de Judá y Benjamín en Jerusalén. Era el día veinte del noveno mes cuando se sentó todo el pueblo en la plaza del Templo de Dios, temblando por el asunto a tratar y por la lluvia que caía.


A causa de esta infidelidad de los que habían regresado del exilio, se congregaron junto a mí todos los que respetaban las palabras del Dios de Israel. Yo permanecí sentado y desolado hasta la ofrenda de la tarde.


En consecuencia, hicimos un firme compromiso que pusimos por escrito y que fue sellado por nuestros jefes, levitas y sacerdotes.


Y en la ley promulgada por Moisés encontraron escrito que los israelitas debían habitar en cabañas durante la fiesta del séptimo mes


Mi ser se estremece ante ti, por tus decretos te venero.


He reflexionado sobre mi conducta, me comporto según tus mandatos.


Todo eso lo ha hecho mi mano, y así es como todo existió —oráculo del Señor—. En el pobre pongo mis ojos, en el abatido que respeta mis palabras.


en busca de advertencia e instrucción?». Seguro que así os hablará quien carece de poder para evocar.


Le dijo el Señor: —Recorre la ciudad de Jerusalén y pon una señal en la frente de todos los que gimen y sollozan por las abominaciones que se cometen en ella.


a fin de convertirte en su pueblo y ser él tu Dios, como te prometió y como juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob.


Llegaron al campamento de Guilgal, donde se encontraba Josué, y le dijeron a él y a los demás israelitas: —Venimos de un país lejano y queremos hacer un pacto con vosotros.


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